miércoles, febrero 23, 2005

rompí con alejo

¿ les conté que alejo es inventor ? él dice que está de vacaciones desde que empezamos a salir, hace más de un mes. a esta altura, sospecho que es un desocupado. el fin de semana acompañé a un grupo a una excursión por el salto del penitente y villa serrana. me agotaron porque, si bien eran jubilados, querían cantar todo el tiempo y armar relajo en el ómnibus. durante el almuerzo campestre se tomaron todo el vino y dos se agarraron a las piñas. cuando abrí la puerta el domingo, todo parecía igual en mi casa. pero no, alejo había estado trabajando. había chequeado las ruedas de mis muebles, había puesto la chata de la heladera en el lavarropas y había traído una plataforma de su invención, con un sistema de gato, para que mis refrescos pudieran estar más arriba del ombligo. mientra dormía, el lunes, estuvo marcando las paredes para colocar tacos fisher por todas partes y apenas abrí un ojo, el prendió él taladro con silenciador y empezó a hacer agujeros. mientras yo intentaba hacerme un café con leche, alejo colocaba unos rieles de aluminio blanco a lo largo de las paredes y el techo. cuando salí de darme un baño mis muebles se movían por su cuenta. la biblioteca se adelanta treinta centímetros de la pared, la heladera se sube casi diez centímetros, el lavarropas, que ahora usa frenos, puede hacer un baile de más de dos metros y estacionarse otra vez en su rincón. aún faltan unos motorcitos del sistema – aclaró alejo – los traigo esta tarde, cuando todo esté listo podrás apretar un botón del control remoto y los aparatos que quieras correr, no importa donde estén, se moverán solos. me pregunté para qué quiero eso, pero no se lo dije. temía que alejo me dijera algo cruel como : para limpiar . cuando se iba, le pedí que se llevara todas sus herramientas. me quedé barriendo la viruta y los trozos que se habían desprendido de mis paredes. sola y desconcertada, fumaba en el medio del living y tratando de digerir lo que había sucedido. le había dado las llaves para que se pudiera ir sin molestarme en las mañanas y había modificado mis electrodomésticos, en una no requerida prueba de amor robotizado.