sábado, diciembre 31, 2005

my way

la ciudad y aledaños se tensan, lenta e inexorablemente, con la llegada del año nuevo. los cuñados, que no se quieren, deben sentarse y brindar en la misma mesa. la suegra y el yerno, que todo el año han estado en tirantes relaciones, deben partir un pedazo de lechón y besarse como si no pasara nada. los vecinos, que compiten constantemente, deben intercambiarse saludos llenos de buenas intenciones. los empleados, deben saludar con gesto sumiso a los patrones, que los explotan todo el año. el policía, tiene que tomar declaraciones al padre del niño, que le explotó una cañita voladora en el ojo al portero del edificio. aquí suena casi borracho, casi nadando en jack daniels, mi buen amigo tom jones. tan viejo y decadente y perfecto como siempre, inmortalizado por el milagro discográfico. ajeno a cualquier conflicto, distante y festivo como el color rojo oscuro, con breve toque de nácar, con el que me pinto las uñas de los pies. aquí no hay luces de colores, ni petardos, ni turrones, ni saludos llenos de buenos deseos. sólo tom y yo, relajados en una terraza mediterránea, con vista perdida en el horizonte, con nuestros pies descalzos, nuestros pantalones cortos y el universo por delante. como inmersos en un baño de agua tibia con un cubo de sales de lavanda bronnley. como mojados bajo una lluvia repentina de verano. esperando la llegada del más cálido de los sueños.

viernes, diciembre 30, 2005

limpieza general

limpiaba la repisa con un pañito cuando encontró los dos discos que le había prestado aquel amante, el que la había contagiado de una peste que aun no tiene cura, el borracho pertinaz y creativo. aquel, cuya única virtud se limitaba a la enumeración simpática de sus defectos. especialmente aquel que lo señalaba como borracho. lo de creativo era algo, no muy notorio, que ella había reparado en él. ahora se encontraba con sus discos y podía decir que la suma, entonces, no daba tan mal. tenia buen gusto musical a pesar de no tener ningún otro gusto. el muy maldito. el muy tránsfuga. el alegre infectador. el irresponsable con gracia. todo un señor, con dos discos. dos discos que ella decidió quemar en la azotea, cuando cayera el sol. en ese momento recordó otro souvenir de un amante de otros tiempos, uno apático al que siempre tenia que dar de comer. buscó los cinco tomos de originales inéditos de su mediocre poesía y los sumó a la pira de las siete de la tarde. entonces la cruzada empezó a tener sentido. fue al ropero por prendas de otros amantes que merecieran un pasaje directo a la ceniza sagrada. ahí estaba el chaleco de uno y un par de prendas intimas que había extraído de algunos especialmente ineficaces, con la convicción que el tejido sintético de sus calzones era el causante de su bajo desempeño. entonces buscó los bastidores con los cuadros sin terminar del intento de artista con bajas luces con el que había tenido algunos encuentros. ahí estaban, listos para dar la batalla en las llamas. unas series mal copiadas de cuadros de dali en sus primeros tiempos. se merecían la quema. recordó la guitarra fender que había habitado el fondo del ropero, después había quedado en manos de una niña de seis años y por último había regalado, descuartizada, a un músico enemigo del antiguo dueño. los micrófonos eran buenos. esa había sido la razón para separarlos del cuerpo. era grato saber que en los escenarios, el músico más odiado de aquel sujeto, hacía uso feliz de aquellas dos pequeñas maravillas. nada ni nadie quedarían impunes.

domingo, diciembre 25, 2005

navidad en el circo II

esta navidad se cumplieron dos años desde que la mujer barbuda se fue del circo. dejó dos hijos púberes, en plena edad en la que explotan los granos, se desordenan las hormonas y se mojan algunas noches, las sábanas. nadie supo mas de ella y en el circo parece haberse tejido una espesa cortina de humo, en carreras dobles y con doble aguja, como para que nadie preguntara o investigara al respecto. pero el tiempo corre más rápido que bonito y todos empezaron a notar, al final de la primavera, lo que algunos temían. la hija mayor de amanda, la mujer barbuda más sexy de la vida circense de américa latina y el caribe, seguía los pasos de su madre. la espalda se le curvaba con gracia y lucía sin reparos unas generosas y femeninas caderas que competían con una pechuga abundante y firme. la hija putativa de arto, el payaso alcohólico que hacia años había abandonado el circo para dedicarse a la investigación de los números primos, también lucía la sombra de una barba incipiente. en el carromato de los enanos se organizó una junta y las decisiones corrieron pronto por la cena de los changadores, los que alimentan a las fieras y los que arman la estructura de la gran carpa. beatriz empezaría a ensayar el número que hizo famosa a su madre. una aparición rodeada de misterio, con luz de bengalas, lluvia de estrellas y capa negra. nadie podría estar a menos de dos metros de la mujer barbuda, nadie podría ver sus ojos sin antifaz, nadie podría acariciar su pelo negro, largo y ondeado, al mejor estilo de las divas de hollywood en los años cincuenta. mientras tanto, jacob, su hermano gemelo, cosía con esmero unas mallas negras llenas de estrellas y red. el talento del gemelo había quedado claro desde sus primeros muñecos de trapo, vestidos de batman y robin, fabricados a los siete años. un genio para vestir a los demás, que no aplicaba en su propia vida. jacob siempre estaba enfundado en rotosos pantalones de pana verde oscura con una camiseta del mismo color que algunos creían haberle visto alguna vez a arto. a pesar de su corta edad, beatriz asumía su rol y no se dejaba ver en las inmediaciones del circo como otros artistas. el misterio, era parte de su negocio. por esa razón se quedaba durante el día en el carromato que era de su madre mirando dibujitos animados en nikelodeom.

jueves, diciembre 15, 2005

chuck parle d' amour

es un ambiente seudo francés donde todo suena a molineaux. nada se llama guanaco o manolito , en los escaparates de la mercería. lo que viene de parís, es bueno y es chic aunque se fabrique en un corredor ruinoso de la calle colón. tras el mostrador, un tipo de barba atiende a las adictas al cierre diente de perro y a las seguidoras del hilo elástico. ah....algunas mujeres somos tan difíciles de complacer. con su barba recortada, luce como un chuck norris dedicado a la eterna lucha entre la sedalina y el género. un mercenario del mundo de la lentejuela, el festón y el cruny. ahí se agolpan, en el corredor oscuro y repleto de mercadería, entre los rollos de cáñamo estampados con motivos para las bordadoras de poca inspiración ( me gusta el de los dos perros doberman ) y los muestrarios infinitos de hilo cadena, las dependientes de los botones de todas las horas, las fanáticas de los cierres zig-zag, las emprendedoras que buscan puntillas para las almohadillas de los anillos de los novios en las bodas y las madres abnegadas que intentan pegar remiendos en los codos gastados de los sacones escolares de sus hijos ahora que llega el verano. todo el universo detenido por unos instantes mientras se busca en aquellos polvorientos cajones, la joya tan preciada. la última que me queda, despliega el barbudo el fragmento final de una pieza de entretela finísima y medio manchada. me la llevo toda, dice ella con emoción, segura que con su gesto, dejará a otras sin el preciado material. y ahí estarán el resto de la tarde, con la respiración entrecortada, intentando alzarse con su botín, dándose codazos y leves empujones, saludándose con alguna conocida o competidora en el armado de muñecos de trapo con absoluta hipocresía, esperando el momento en que les extiendan la bolsita con las letras rojas sobre fondo blanco.

domingo, diciembre 04, 2005

fabro

elijo una mesa con vista al mar. las sillas, de inspiración naval me ayudan para ganar un aire a diva de los cuarentas en su primer crucero por el egeo. brilla un poco de sol, tan solo un poco. no me separo de mis gigantescas gafas negras ni del pañuelo atado como solo las estrellas podrían hacerlo. espero la llegada de mi acompañante. anhelo la llegada de la brisa pero el mar, está esquivo en diciembre. canturreo un hit de jimmy sommerville a salvo de algún amigo melómano y culto. me deleito en la extranjería del domingo. ahora bajamos por las escaleras anchas de mármol. mi amigo carga un gigantesco bastidor de madera dura, yo llevo, bajo el brazo, en una bolsa enorme de basura de color negro, un cuadro exquisito titulado mujer con un circo en el vientre . es el botín inesperado del fin de semana. producto de un gesto amoroso de la artista. vamos alegremente por las calles de una ciudad desierta y sin viento, cada uno con su mercadería. paramos en la casa de mi amigo y dejamos el bastidor. escuchamos un disco de un cantante argentino. a mi no me gusta. a mi amigo un poco. otra vez el ascensor y a la calle. vamos a una muestra. quiero ver un retrato que me hicieron y esta en proceso. aun no se fue la luz cuando pasamos por el lido. invito a mi amigo a tomar sidra. subimos la escalera y entramos en plena milonga. los ancianos dibujan pasos brillantes bajo una bola de espejos, en una habitación caliente pintada de negro y rojo. el mozo nos atiende con amabilidad. fabro y vermouth pedimos. champagne con apricot, algo que lo hace mas dulce aun. mi amigo se emborracha un poco. hablamos de cine hindú. de películas de tango. de milongas. filmemos una. bollywood nos espera. bajamos a tientas. caminamos rumbo a la galería. anocheció. paramos en una casa de pizza. peperoni, pide mi amigo. yo elijo un café. leemos los diarios del día. nos mofamos a un político que esta sentado en el bar. esta semana renunció y ahí esta, recibiendo la adulación de sus seguidores y oportunistas varios. al salir mi amigo esta vencido. lleva un paquete con los restos de la pizza. se vuelve a su casa. yo sigo rumbo a la galería. el retrato no me gusta. le faltan los ojos pero se que de todos modos, no me gustará nunca. esta bien, correcto, pero ni se acerca a la mujer que tiene un circo en el vientre.

viernes, diciembre 02, 2005

y encima de la basura, alfombra

es japonés y tiene unos diecinueve años. usa unos lentes de aro muy fino y luce una cresta al mejor estilo tin tin. nos guía a toda velocidad por los vericuetos del gran aeropuerto naranja. en su espalda, una leyenda que dice : cuente conmigo. quizás sea hora de pedirle un consejo a alguien y en tal caso, ahí estará ese joven con aire de estudiante de intercambio dispuesto a auxiliarme. vamos trepados en la escalera mecánica mientras él nos mira con seriedad uno por uno, como si estuviéramos por cometer una falta grave. habla a través de un handy. nos está contando. creo que faltan algunos de sus acólitos por obligación pero nadie se rebela. somos, de alguna forma, su ganado personal. movernos, contarnos, embarcarnos en el área correcta, es parte de su trabajo. todos seguimos sus instrucciones hasta llegar a un punto en el que se detiene y con un gesto de humanidad inesperado, comienza a interpelarnos uno por uno. es la despedida, intuyo. la manada se divide según destino y número de vuelo. unos van al veterinario. otros al mercado, otros directo al matadero. a mi me toca el avión que vuela a manaos. pienso en fitzcarraldo, herzog, claudia cardinale, la ópera y el caucho en su era dorada. klaus kinsky ya no será de la partida. a cada pájaro le toca solo un par de alas.