viernes, noviembre 04, 2005

intruso

cuando se miró la mano, descubrió que el anillito de dos diamantes había desaparecido. como si el mismo dedo hubiera tenido el gesto de desvestirse subrepticiamente mientras dormía. ahora solo se veía una aburrida uña, apenas masticada, apenas limpia. una marca bastante mediocre que resaltaba mas ahora, sin anillo. fue entonces cuando los ojos pudieron ver un poco más allá y encontrarse con la ventana abierta, la cómoda con las tripas de la ropa salidas hacia fuera, la montaña de su ropa desperdigada por el piso y la puerta, que cerraba cada noche, absolutamente abierta. ahí se dio cuenta que una fría corriente de aire atravesaba su pequeño templo de la siesta. entonces abrió una bocota bien grande y gritó.