domingo, septiembre 24, 2006

las vueltas que da la vida

parís. les champs elysees. que extraño y al mismo tiempo familiar resultaba todo. él y pancho estirando las piernas en el asiento trasero de un auto gris enorme, con chofer uniformado y chapa de las naciones unidas o alguna cosa así. a toda máquina bajo el pont neuf. él y pancho, el caniche que le habían traído medio dormido esa mañana al aeropuerto. el mismo perrito con el que había compartido una cómoda poltrona de primera clase. ah...paris...quien se iba a imaginar que algún dia, estuviera en parís. en ese momento, tuvo ganas a abrazar a pancho y agradecerle por esta oportunidad, de estar ahí, en aquel fabuloso lugar, de ver europa por primera vez. solamente por que su ama lo quiso tener cerca y a los perros no les dan pasaporte y no saben hacer check in y todo eso y bueno, alguien lo tenia que acompañar y ahí estaba el. veterinario desocupado, un tipo lleno de tiempo libre, libre para tener experiencias de todo tipo. atravesando parís, de la pata de un perro insignificante. un simple paquete de huesitos y pelo enroscado, ni siquiera muy vivaz, ni siquiera cachorro. una mínima expresión canina lo guiaba por la ciudad luz. no una percanta infernal, de esas que te enloquecen hasta el punto de recorrerte el mundo para apretarlas, no una vieja y excéntrica millonaria con asientos en el concorde a la que debía complacer después en un cuarto del ritz , no una beca para ir a un curso de especialización en el instituto pasteur. tan solo un perrito mínimo, chiquito, con los ojos un poco torcidos por el aire acondicionado. si todos los caminos conducen a roma, algunos perros te llevan a paris.