miércoles, enero 26, 2005

la ruta del fierro

sábado de mañana. estado : maníaco. no sé muy bien que celebro, me maquillo los labios de rojo, voy de pinturerías. elijo el trayecto de ómnibus que atraviesa varios barrios antiguos, a su ritmo y el de los ancianos que suben, bajan, se saludan con respeto y hasta se coquetean entre sí. ellos están vestidos con camisas de algodón con alforcitas, llevan relojes redondos de oro, a veces bastón, a veces una guayabera celeste los más audaces. ellas en general, suben acompañadas de otras, tan viejas y conversadoras. tienen saquitos de mohair en los hombros, anteojos de aro metálico, cadenita de oro con dije. la zona de pinturerías es un sitio excitante porque también hay un circuito repuestero con gomerías, casas de audio para coches, chapistas y espíritu fierrero. hay que tener cuidado al cruzar la avenida y también las callecitas laterales porque, a pesar del aspecto apacible de barrio con viejitos y jardines, están todos los herederos de ayrton senna, tranfusionados en su propia adrenalina y muy poco líquido de freno, ensayando rebajes en la vuelta. en tuninglandia las maquinas de cuatro ruedas se ven brillantes pero todas las fachadas quedaron detenidas unos cuantos años atrás, nada de marquesinas de acrílico, allí los carteles se pintan a mano gracias al pulso del pintor de letras. impera la tipografía comercial de los cuarenta y cincuentas que ajusta como un lego en el tono retro del barrio. el chofer es un morochón sub treinta con el pelo teñido con claritos rubios, musculosa y lentes negros que nos deleita con su aporte musical : a todo volumen, un exponente de la cumbia villera ejecuta una asombrosa relectura de “ hotel california “. creo que el sábado que viene repetiré este trayecto, me daré una zambullida en rimmel e iré a desayunar a mi hiper ferretería coreana favorita.