viernes, febrero 11, 2005

la princesa corsetera

su alteza serenísima era sorda. me di cuenta de ello sentada en su sala, que estaba decorada con tapices de gobelino bordados en petit point con piedras preciosas e hilos de oro, todos representando escenas de caza. no eran motivos enormes simplemente decorativos. todos los personajes que aparecían destacados en los dibujos eran antepasados suyos. un duque, un gran duque y un príncipe. hasta los perros eran perros que tenían nombre y aparecían retratados con sus dueños en otras obras de arte en poder de la familia. después de siglos de mezclarse dentro de un mismo círculo la sangre empezaba a traicionar un poco los caracteres de los descendientes. entonces se transmitían problemas como la sordera y otros males aunque los miembros más recientes se cruzaran con plebeyos. más allá del título y el escudo familiar, más allá del castillo a treinta minutos de viena su alteza era una simple estudiante del politécnico en la carrera de corte y confección. nuestra entrevista transcurrió entre elásticos y culotes diseñados por la anfitriona que eran cosidos con gran dedicación y buen gusto. camisones, sostenes, fajas, enterizos de encaje y bombachas maravillosas salían de las manos laboriosas de esta mujer que hablaba seis idiomas, cantaba con el laúd y había tenido ama de leche y paje durante toda su infancia.

perdiendo el rumbo

ya no se puede creer en nada en estos días, ahora descubrieron que las máquinas de guerra que diseñó leonardo eran simples intentos de hacer electrodomésticos, aparatos bate-huevos para banquetes y otras trivialidades.