viernes, octubre 25, 2013

pequeña circunstancia



cuando no estás, o no te veo, dejo la puerta abierta al duende. de ese modo, no estaré esperando tu llegada. podré dedicarme a otra cosa. el ropero quedará al descubierto, desde la cama veré la manga del tapado leopardo y cuando apague la luz y me duerma, quedará esa remota posibilidad de ser raptada por el gnomo lujurioso que habita tras las paredes. debajo de dos capas de empapelado, sumido entre la goma y el revoque estará mi amante. el gato será despedido por la ventana (los gatos y los duendes, no se llevan) y la luz caerá hasta hacerse negra. nadie podrá hacerse del secreto, solo la habitación y mis gemidos. como una película de terror casera, en la que no importan mucho los detalles, será ese ataque fulminante y sigiloso. en una radio de ese inframundo sonará tu nombre, en el texto de un obituario. habrá muchos saludos y reproches de los que no se enteraron a tiempo, estarán los que se lamenten y los que te lloren. estaré yo con el duende enlazados por un dedo. masticando bayas como si fueran chicles

sábado, octubre 19, 2013

si fueras conmigo a la ópera

segundo intento de cita con el hombre conejito. llego en hora y ya está instalado y nervioso. el hombre conejito no transpira, no tiembla, no habla rápido ni se frota las manos. tan sólo frunce la nariz y abre las narinas como para recuperar la vida. cada cinco segundos. es imposible ignorar ese movimiento. tomo una copa de vino, él mordisquea una ensalada de hinojo y charla. a veces cierra los ojitos y parece lindo y suave. tiene un pequeño humor escondido entre las historias de sus múltiples desencuentros amorosos. sabe dibujar, me lo imagino en una bicicleta un domingo por la ciudad vacía. la moza lo trata con cierta prepotencia y las narinas vuelven a abrirse con vértigo. bucea en el bolsillo y recupera unas entradas para la ópera. sonrío. el hombre conejito mueve la pata con satisfacción y la conversación entra en ese espacio perfecto de delirio compartido. explica el argumento del espectáculo en forma graciosa, se compadece de los cantantes gordos y fajados que iremos a ver en pocos minutos, sudando bajo el terciopelo y la seda. ensaya un posible montaje de la escenografía con gnomos haciendo de niños que serán lanzados a la platea atados con cuerdas. su tono de voz se hace grave y mi risa aumenta. cierra los ojos, el vino hace la otra mitad del trabajo. la soprano será atacada por un espasmo, anuncia el hombre conejito, no podrá evitar un eructo en el medio de la apertura. las autoridades del teatro la despedirán. nosotros seremos solidarios: estaremos en la salida de artistas para consolarla. la invitaremos a una copa en otro bar de desconosolados y cuando estemos bastante borrachos me escurriré entre la multitud, me sacudiré las hojas de zanahoria y las astillas y besaré al mozo en un rincón. mientras tanto, el hombre conejito acariciará la mano de la inmensa y hermosa cantante, esta se sonrojará y sin necesidad de maquinista o humo, bajarán del cielo varios querubines con la piel encendida y los arcos en la espalda.



sábado, agosto 17, 2013

40 orgasmos

en un pueblo, el sex shop no tiene vidrios ahumados ni portero eléctrico. allí no puede haber misterios ni confidencialidad. está abierto de par en par, como cualquier tienda un sábado de tarde. en la vereda de enfrente hay una pollería, al costado una florería especializada en quinceañeras, después viene la casa de un profesional con chapa de bronce y todo. tras el mostrador está la vendedora trans estupenda de pelo lacio renegrido y una actitud perfecta para el " asesoramiento " a los clientes. a su alrededor, hay estantes con consoladores gigantes, grandes, medianos y pequeños. bajo sus manos de uñas perfectas se puede ver la estantería con dildos que funcionan con tecnología led. al costado, una colección de dvd en línea sado-maso, enfrente, una sección de disfraces para fantasías fabricados en china. hay un par de mujeres mirando los estantes mientras sostienen la bolsa de la compra con comestibles que llevarán al hogar. un jovencito gay recorre el sector de los videos. una amiga le trae una flor de azúcar a la encargada. una clienta pregunta por un producto y se impresiona porque es bastante caro. la vendedora asegura " son cuarenta orgasmos " mientras sonríe cómplice. la clienta paga, agradece y sale.

sábado, julio 13, 2013

antes del show

había dejado de sentirse sirena bajo la lluvia. con el cambio de viento, un frío seco dominaba la ciudad y habían desaparecido el aire pegajoso y la bruma. con ellos, aquel extraño brío que inflamabla con sus mensajes el desconocido. el sábado había vuelto a sentirse extraña, sin lugar ni lumbre. odiaba el color de aquellas uñas que sólo combinaban con un saco que había olvidado en otra parte. se fue del trabajo segura de haber sido mediocre. en la calle la gente empezaba a emborracharse con vino con frutillas escudados de un posible triunfo en el fútbol. quiso volver a casa pero un extraño sentido del deber la mantuvo en la ciudad. había perdido el miedo y al desconocido, lo percibía con ternura.la soledad del cuerpo del otro era una ventana que reflejaba la soledad de tantos y también la suya. cruzaba los dedos para que no la invadiera la tristeza, para que se diera el milagro de la risa.cruzó los dedos para que no tuviera que escapar en el interior de una bolsa negra de basura para edificios. en especial para que no saliera de ahi trozada en churrascos.

jueves, mayo 30, 2013

en aquel balneario

el pequeño quiosco brilla solitario en la panza oscura de la noche. apartado de todo, flamea desolado mientras espera que pase algún alma desesperada por una cajita de cigarrillos, un mínimo encendedor, un paquete de chicles. en el interior, dos mujeres se prueban un hula-hula de plástico coreano e intentan mover el contorno hasta el infinito. prueban una vez, otra vez, entre risas. la danza imposible sucede en medio de las chucherías, los llaveros de patita de conejo, las gomitas fluorescentes para el pelo. una y otra vez levantan el aro y empiezan la cuenta...uno, dos...¡ puta! dos ojos de vidrio observan la escena. los porta la comadreja embalsamada que aguarda expectante en uno de los aparadores. su presencia allí se debe al olvido de un viajante que intentó conquistar, con tan singular regalo a su mujer corneada tantas veces. varias semanas pasaron y el bicho se fue acostumbrando a estar en el sitio, al punto de no ser percibido. sus pelos pegoteados con barniz náutico siguen como el primer día, apenas intervenidos por el polvo. las garras sugeridas por el taxidermista, presentan la vivacidad y la fiereza del animal en un mal momento. no es cualquier comadreja, es una que defendió su nido hasta la muerte. no es cualquier bicho, es un madre abnegada. la última frontera a cruzar que tendrían esos huevos. más que un animal, es la representación de una heroína en cuatro patas. sostenida apenas por una tablita pintada de marrón emerge una figura que es capaz de comerse el mundo con sus afilados colmillos. una alegoría que podría competir con la loba de rómulo y remo. los días pasan y la polilla sigue haciendo valientemente su tarea. masticar con pertinaz insistencia cada pedazo del relleno, sin que nadie lo note. mientras esta silenciosa acción se lleva a cabo, suenan las voces animadas de las dos mujeres. son dos caderas alegres que se contonean y regresan, poco a poco, a la niñez.

jueves, mayo 23, 2013

un dios accidental

soy una boxeadora con la cara ensangrentada. en alguna parte, una viola y tres violines tocan: “de mí” y todo el vacío desaparece y el alma se rellena de algo imperceptible y gozoso. soy como un san sebastián después de las flechas. tengo tu amistad. estoy aprendiendo, un poco a los golpes pero... ¿qué otra alternativa me queda? me siento bastante honrada. llena de cosas de otros, de cosas buenas. de la parte buena de los otros. también me resultas un desafío. me encanta caminar contigo, contarnos chismes y hacernos algunas bromas. la plaza enorme se hace pequeña cuando tienes alguien con quien reírte. hay algo de farsa en todo esto y somos actores consumados. de los peores. son días hermosos, oscuros y llenos de cosas sin explicación. tenemos esta pequeña rutina nocturna de caminata. hay unas palabras para emprender, unas palabras para comprender y una promesa. la noche es una pantalla en negro y no sé con qué podría llenarse. pienso en ese dios solitario a la hora de la siesta. siempre pienso en ese pero no lo hago cuando estoy contigo. busco ese tercer anillo que garantice la fiesta interminable. pero no se trata de un catálogo, es simplemente un conjunto. algo que me siente bien. tres conversaciones, tres obsesiones. un plan sencillo. empezar al fin a entender, entrar en esa caja que parecía no existir. sin desbordar. algo de la sierra, algo del mar, algo de la ciudad. tres elementos, tres bebidas distintas. tres pares de piernas, tres ombligos, tres nucas para estudiar de cerca. voy creando un itinerario, como el de un metro que sale al suburbio y se convierte en intercontinental. es un paseo posible para el invierno, tres estaciones lejanas y tres perfumes. tal vez el plan, sea mucho más interesante que su ejecución. el plan, es como esa cena largamente planeada entre amigos, o ese viaje romántico que suena perfecto, en la teoría. mejor seguimos caminado y nos reímos de todo.

jueves, mayo 16, 2013

uñitas

del interior de la caja salen pequeños brazos. en cada extremo hay una manito que saluda, tiene un par de pulseritas de plástico y las uñas manicureadas con primor. los ancianos siguen tomando el té y conversando sobre unos bonos que no podrán cambiar en el banco por estar pasados de fecha. aparentemente eran acciones de una mina de carbón fundada en 1835 al norte del estado de nebraska. algo que había pasado de generación en generación como un patrimonio familiar indivisible. pero las cosas han dado un giro inesperado con el cambio de titularidad del banco. ahora nadie quiere pagar esos bonos. los viejos son tres: una mujer de más de noventa años y su hermano menor de apenas ochenta y cinco y un primo de la misma edad de profesión abogado. disfrutan de la conversación y sua detalles. repiten una y otra vez cada una de las entrevistas que mantuvieron con el gerente, con el director, con el cajero. cada cierto tiempo ordenan una nueva taza de café. junto al bar, hay una empresa fúnebre pequeña que tiene la mayor parte de su clientela fumando en la vereda. desde el ventanal donde están los viejos se divisan las siluetas de los deudos encendiendo cigarros. el primer viento de mayo arrasa la calle de un extremo a otro y vuela los sombreros de los viajeros. en el único rincón con sol nos damos un abrazo.

miércoles, mayo 01, 2013

pesadilla

tuve un sueño horrible. el hombre que amo se moría de granito. igual que un ave. sin más, se enfermaba de pronto por el culo. era un absceso casi invisible que lo invadía con una sobrecogedora melancolía. en pocas horas su cuerpo se desintegraba, se oscurecía hasta desaparecer del terreno de los vivos. nada podía revivir su alma, reanimar su humor, re-instaurar su sonrisa. no partía en un buque hacia mares lejanos para perderse entre la bruma. ni escapaba por un tejado hasta desaparecer en el vientre profundo de la noche. simplemente se quedaba duro con la pierna apenas estirada y su plumaje se deprimía hasta perder todo el brío.

miércoles, febrero 13, 2013

canon

cada uno tiene su cama. el gato, la que queda junto a la ventana. cuando se despierta, maúlla un breve saludo. a veces continúa el sueño. otras, se levanta y me viene a visitar. los gestos más pequeños y cotidianos construyen el amor. en nada se parece a ese malentendido que generalmente nos ata a alguien del club de los humanos. ese error de comunicación tan burdo que nos quita el aire y el tiempo. esa breve pero a veces incurable enfermedad que nos magulla la piel desde adentro. nada de lo simple y habitual puede superar a esta máquina de hacernos doler. entrar en ese estado es como poner voluntariamente el dedo meñique en una morsa y apretar hasta que salte la uña y se desangre. un camino tortuoso y necesario, que muchos aspiran recorrer, aún sin saber sus partes bellas ni distinguir sus partes macabras. todo lo que tienes lo pierdes y todo lo que anhelas lo pones en duda. aquella autonomía, aquel garbo, el pensamiento disidente, la ironía. todo se inunda de un manto de azúcar, un fuego imposible, un decorado de confeti y jengibre. las cosas se empiezan a parecer a sí mismas hasta el aburrimiento, pero ni te das cuenta. así es la obsesión, no importa lo que sucede: importa el orden, el protocolo, el macrotesauro de lo que está en el borde. aquello que siempre sería marginal adquiere la importancia de las cataratas del iguazú. una suerte de hipnosis colectiva transmitida en cadena nacional de televisión. sin querer, aflojas la quijada y dejas que un hilo de baba corra desde tu boca al piso. nadie puede hacerse cargo de tu ridículo, quedas con toda la responsabilidad y no hay forma de sustituirte. te compras el terreno completo, en cuotas o al contado. te tiemblan las rodillas, de noche y de día, sin explicación aparente. empacas pero nunca surge el viaje mágico. pero estás ahí, llenando las maletas de ropa. encima de la cama. cada uno tiene su cama. el gato, la que queda junto a la ventana.

martes, febrero 12, 2013

cita de 48


en el camino fran le mostró el barrio, la casa y los detalles para que se quedara a cargo por un fin de semana. sus tres hijos, dijo, “ni lo notarían”. el principal encargo era el gato negro y un perro viejo y encantador al que los adolescentes ni sacarían a pasear ni alimentarían. esa sería su principal responsabilidad. el suburbio era tranquilo, de esos sitios por donde pasa un pequeño pelotón los ciclistas los domingos de mañana cerca de topanga. ella, que era profesora, tenía cada tanto una cita de 48. a las cuatro se fue al aeropuerto con un pequeña valija. eduardo apenas tenía treinta años y consagraba gran parte de su tiempo a trabajar en una compañía aseguradora en el centro de la ciudad. había llegado a la cita de 48 por accidente mientras se hacía un examen en una clínica y otro paciente le explicó el mecanismo de ese tipo de encuentros. se conocían con fran desde que habían discutido mientras tomaban un seminario de literatura inglesa. antes que el curso terminara se cruzaron en la puerta del ascensor. el se imaginó que estaba casada y ella no le hizo ninguna aclaración. de algún modo rompieron el hielo y terminaron en la cita de 48. la cifra hacía alusión a la cantidad de horas de encierro en un sitio apartado. la consigna era desconectar absolutamente con todo por ese breve lapso. aislarse con un amante implicaba seguir ciertas reglas: hablar poco, tener el mejor sexo posible, comer si era necesario, dormir sólo para recuperarse, consumir alguna droga si resultaba divertido. no salir de la habitación a menos que hubiera un incendio.

lunes, enero 28, 2013

cobre

en la habitación del fondo hay dos cajones con col china, una mesita con un delicado trabajo de taracea en maderas claras y marfil con la figura de un elefante, una alfombrita que cumplió la mayoría de edad y una cama baja sin sábanas. si bien parece la habitación de un monje, es el cuerto el un geólogo después del divorcio. tiene una dieta extraña, exclusiva de vegetales que cultiva en un pedazo de terreno a la vuelta del edificio. la dueña de la mina construyó un baño que comparte con colegas de excavación, cuando estos vienen. en la cuerda, se seca el único par de sábanas. la mujer está al rayo del sol, parada bajo la arcada de piedra, esperando que la deje entrar o la invite a sentar. el hombre ha perdido todo sentido de la educación y el cortejo. ella separa las piernas, en posición de descanso y pone el peso del cuerpo sobre el taco de las botas. después de un buen rato el hombre arma un cigarro con tabaco suelto y lo prende. “ me tengo que ir antes que llueva “- aclara ella. el se acerca a las sábanas y las toca. las descuelga con lentitud y se encamina hacia adentro. “ venga”-indica. ella lo sigue sin mucho apuro. en el cuarto él tiende la cama con primor. se acerca a una palangana y se lava los sobacos. después se enjabona la cara y se saca la barba blanquecina de varios días con una navaja de mango antiguo. se pone una camiseta limpia, una camisa blanca y un saco de traje con diseño príncipe gales gris claro. mientras busca los zapatos bajo la cama la mujer, un poco malhumorada, lo apura. después le cobra y se va del lugar. el geólogo se abotona los pantalones y se pone, al fin, los zapatos italianos. después trepa a un banquito y, a los cincuenta y siete años, se ahorca.

lunes, enero 07, 2013

la pierna

día 1. me duele la pierna. estoy rodeada de niños que se ríen con la película que se proyecta en la pantalla pero sólo veo un haz de luz reflejado. los niños están cerca pero no puedo verlos. de vez en cuando, estiro los dedos y trato de agarrar algo. entonces mis dedos se alargan mucho, son como hiedras que van invadiendo todo. en la película hay sangre, los niños no la ven pero yo puedo oler ese aroma característico de la sangre fresca. me gusta el perfume de la sangre. día 2. me duele la pierna. no llegó nadie. guardo los platos, los cubiertos y los vasos. trato de olvidar que me duele. suena el teléfono pero no me doy cuenta. estoy olvidándome de todo. borro cualquier detalle, como si fuera una película de gondry. esto es sistemático. limpio, barro y trapeo para que todo se olvide. día 3. me duele la pierna. me estás doliendo todo el día. pero hago como que no me importa nada. me lavo el pelo, lo cepillo, lo disfruto. busco la biografía de edith wharton, otra sobreviviente. son días en los que es fácil herir a otros. me desperezo. tengo el cuerpo y el alma acostumbrados. hago artesanías con el dolor. pequeños monumentos con el asco ajeno. con cada pequeño o sutil gesto de hastío, desprecio o indiferencia que puedan dedicarme. algunos monumentos son feos, pero otros podrían ir a una bienal y llamar la atención. para eso sirven las bienales, para llamar la atención. mis artesanías son un producto directo de labor-terapia, no deberían aspirar a convertirse en arte. es más, puedo mezclar materiales de varios y hacer mis artesanías sin nombre. ni me acuerdo de donde salió el dolor, todo se convierte en una herida única, anónima, sin valor.

sábado, enero 05, 2013

la siesta extraordinaria

la pieza es angosta y tiene una puerta grande, tapizada en terciopelo azul marino para evitar que se cuele algo del interior. en la mesita que actúa como escritorio de recepción hay una lámpara de luz mortecina con filtro rojo de satén. el mucamo tiene unos pies esqueléticos con sandalias y un saco cruzado con cuatro botones, por debajo lleva el pantalón de un pijama de franela. en la pared empapelada, hay un marco pequeño con un fragmento de la tapa del diario "el día" del 7 de agosto de 1945 que tiene una foto de la bomba de hiroshima. en el patio contiguo nos invitan a descalzarnos y nos ponemos unas pantuflas de pelo de conejo. me toca un catre lejano al de mi compañero de excursión. una mujer, de rostro indefinido y unos sesenta años me tapa con una manta mora y me acerca a la pipa. comienza un sueño suave, silencioso y tibio. el adentro se olvida de a poco del afuera. no hay más luces en el corredor, no entra nadie más a la siesta extraordinaria. el cuerpo pierde todo el dolor y me adormezco entre caballitos blancos que nadan a un costado. por momentos, son seis saxofones del blue note, por momentos sombras de moby dick. alguien me enjabona los pies. tengo dos cabezas y no sé, al enfrentar el espejo, cual debe peinarse primero. dos motos chopper entran en la sala y circulan entre los catres. mi amigo se fue, en su lugar hay un auto-adhesivo de un parque marino en yucatán. alguien me enjuaga con una pequeña esponja de piel de oso.envejezco y abro las puertas de un ropero que tiene los zapatos de mis amantes muertos. busco un poco y encuentro el pijama azul bordado con amapolas. el papel tapiz también tiene siluetas de adormideras fileteadas en blanco y negro. ahora combino zapatos de diferentes talles, muertos con vivos, nacionales con extranjeros. el ropero tiene demasiados pares de zapatos. pienso en un campo de exterminio. por allí también pasó la bomba. tengo ganas de algo dulce. tengo ganas de vomitar. no puedo moverme. no puedo mirar.

miércoles, enero 02, 2013

little monster

en otra mesa, la del rincón junto a la ventana, están esos dos, manteniendo una conversación al final de la tarde. ella es más alta, tiene el rostro surcado por el cansancio, una blusa violeta y una pequeña libreta entre los dedos. él es más bien bajo, tiene más de sesenta, llegó después y trae un ipad que no puede dejar de consultar. apenas saluda se inicia una conversación que él interrumpe cuando salta hacia la barra a preguntar por la contraseña para conectarse a internet y pide un café. están haciendo un repaso de acciones que no logro escuchar gracias a la distancia y el ruido del lugar, que está lleno de turistas gringos provenientes de un crucero que comen paninos de jamón cocido y lechuga. los dos hablan en español y gesticulan un poco. él no puede dejar de mirar su artefacto, incluso interrumpe la conversación para charlar, a pesar del ruido, con alguien que está más allá. mientras tanto, ella se distrae en su libreta, mira hacia afuera con cierta resignación. la tarde transcurre bella en esa parte de la ciudad mientras él sonríe a la persona con la que está hablando pese a la distancia. por momentos levanta el aparato y lo acerca a la oreja, en un vano intento por enterarse de lo que le dicen desde el otro lado. su acompañante eventual, observa al resto del público del café con indisimulado pudor. él insiste en mantener la charla y hacer comentarios condescendientes a la distancia, inclina la cabeza en señal de aprobación que tal vez no pueda percibir su contraparte electrónica. cuando corta la comunicación, se dedica a llamar por móvil y conversar con extremada amabilidad con otra persona. mientras, continúan los despojos de la conversación con la mujer que lo escucha con paciencia. vuelve a poner su atención en la pantalla del ipad o en el teclado del celular mientras ella pierde la vista en el contexto. así transcurre la primera hora del encuentro que registro desde mi lugar. veo la cara de ella, aburrida, mientras revisa los detalles de la decoración que la circuandan. él habla a veces directamente, a veces con el teléfono en la mano, otras veces interrumpiendo la lectura de su pantalla portátil. cuando me levanto para irme, me acerco a la mesa con la excusa de colocar unos diarios en el librero cuando él le dispara : “él único que me habla bien de ti, es gonzalo “.