lunes, julio 25, 2005

costumbres y servicios

vivo en una ciudad sin subterráneos. por los intestinos de montevideo sólo deambulan cinco millones de ratas elegantes, que también se han ajustado el cinturón por la crisis. tampoco tenemos bares de trampa, el último que quedaba desapareció en su lugar hay una verdulería puesta a todo trapo. en buenos aires hay todo tipo de bares y mis favoritos son los de alterne, sitios extraños, céntricos, con cortinas y perfectos para que entre una desprevenida como yo o el par de turistas canadienses que están a mi lado. a pleno día, jóvenes putas esperan una cita, un llamado, un cliente. seguramente a pocos metros estén las piezas de hotel donde se llevan a cabo las citas. en estos bares nadie lee el diario, no existen los típicos parroquianos que toman una copita. desde la hora del desayuno se sirve whisky o cognac barato. en este bar no cabe un mozo guarango sino uno diplomático y discreto que hace como que no estuviera. las chicas usan y abusan de los celulares, van y vienen. se sientan solas o con las demás. entran y salen, sobre todo al mediodía cuando los empleados tienen la pausa del almuerzo. dos por tres aparecen madamas disfrazadas de amigas, a controlar. aquí, nadie mira para afuera con aire lacónico, nadie escribe un poema en una servilleta. un bar de alterne es un lugar de trabajo donde nadie pierde el tiempo. nuestros bares de putas son también sitios de descanso, pero mezclados con parroquianos comunes. es el caso del maipo, frente al teatro stella di italia. un lugar cálido para tomar un café con un amigo o un cliente reciclado en confesor, que justo paso por el lugar después de cobrar una magra jubilación.