domingo, julio 22, 2007

hasta siempre, comandante

me tomo un campari con pistachos en el jardín del nacional. se oyen los trinos de unos pájaros que aúllan, seguramente desde el rigor de una jaula. en un rincón, un exquisito cuarteto constituido por contrabajo, cuatro, flauta dulce y bongó lleva adelante una versión de yesterday. suena bello y bizarro a la vez, dado el entorno. unos turistas italianos aprovechan la ocasión para conversar por su celular. a pedido del pueblo turístico interpretan hasta siempre, comandante . las voces son espectaculares. todo huele a nostalgia, a un pasado glorioso que no volverá por mas que se recree una y mil veces gracias a las propinas en dólares. el hotel de 1930, la música de la revolución hecha para turistas rubios, es lindo pero también apesta. la acústica de esta pasiva es sensacional, la columnata de mármol que me separa con el verde del jardín y la fuente mejoran lo inmejorable: un grupo de afinados naturales, unos talentosos desde la cuna. de las canciones del ardor revolucionario a la garota de ipanema, todo puede ser posible. una negra se hace la turista disfrazada con un sombrero y un par de hojotas de celeste rabioso. este hotel es más familiar, mas reservado también. hay muchas gringas con la piel blanquísima y casi ninguna mujer local con aire de estar en servicio. tengo el plan de alimentar a los pájaros con el resto de mis pistachos. esos pájaros que me tienen seducida desde que llegue. son negros algunas veces y otras, azules. los alimentaré en memoria de chris penn . la primera vez que lo vi, fuera de la pantalla, estaba tirándole pistachos en el bar de un hotel a una ardilla. a veces lo hacia el, a veces enviaba a su abogado. ahora esta muerto pero para mi, el hermano gordo y feo de los penn aun tiene quien le escriba.