domingo, agosto 21, 2005

pertencer, tiene sus ventajas

la casa, está en lo alto de una colina. tiene más seguridad que la casa de laura y george bush. incluye varios sitios donde hay que detenerse y mostrar todo tipo de identificaciones. se asoman toda clase de guardaespaldas, polícias, gendarmes y expertos en relaciones públicas. los elegidos, llevamos una pulserita en la mano, lo que nos hace diferentes a todos los demás mortales. los que no están invitados a la casa de caras. los helicópteros aterrizan en el jardín con invitados muy vip. las modelos jóvenes, de segundo orden, cabalgan por las rutas aledañas para ver si alguien las descubre. un pobre caballo andaluz es obligado a hacer pasos rídículos por parte de un jinete vestido de gaucho. miles de kilos de asado están ardiendo en la parrilla y una mesa gigantesca con ensaladas se deteriora al aire libre. las mesas están ocupadas por famosos y por los que quieren codearse con ellos. miro las gallinas corretando colina abajo, sin necesidad de saludar a nadie ni usar lentes negros o tacos altos. me presentan a muchas personas. mis anfitriones están dispuestos a que la pase bien. elegimos una mesa apartada y empieza el desbande. canilla libre de colesterol y vino tinto. yo no dejo el vaso de agua mineral. disfruto del paisaje. paso por el spa y me anoto para una hidratación de piel. el proceso parece simple. me aplican capas de tónicos de rico olor. desde mi sillón, recibo ese mimo y espío la llegada de otros invitados más, gente con pinta de colados. trato de no perderlos con los ojos. ellos sacan cámaras pocket digitales de ultima generación y acosan a los famosos con sus pequeños flashes. si, algo tienen que pagar por tantos privilegios. tal vez los contrate la revista para que los famosos no pierdan su autoestima. después de tres horas de tomar agua, necesito liberarme de ella. recorro la mansión y me encuentro cara a cara con la puerta del infierno. una cola larga, más larga que la de una ventanilla de hospital en una epidemia. una cola inmensa de decenas de rubias con botas texanas y aire anoréxico, con botellitas de agua mineral sin gas en la mano, todas con cara de pocos amigos. entonces, salgo al patio trasero, siempre hay un patio trasero. donde está la huerta orgánica de la casa de caras. orgullo del anfitrión. un baño silencioso y discreto.