viernes, marzo 25, 2005

isla nena

las indicaciones eran claras. había que trasladarse a vieques, más precisamente a la bahía mosquito y esperar la caída del sol. después solamente restaba sacarse la ropa y meterse en ese mar de noctilucas para convertirse, al menos por un rato, en un ser definitivamente luminoso. según ella nadie podía irse a la tumba sin darse un baño grato y fluorescente. y creo que tenía razón, como en tantas cosas. esa inmersión es lo más extraordinario que puede hacer un simple mortal que este dispuesto a compartir el agua con cientos de miles de pequeños animales brillantes y dejar que estos iluminen su cuerpo y su alma. tomarlo de a dos te convierte en inmortal.