jueves, diciembre 15, 2005

chuck parle d' amour

es un ambiente seudo francés donde todo suena a molineaux. nada se llama guanaco o manolito , en los escaparates de la mercería. lo que viene de parís, es bueno y es chic aunque se fabrique en un corredor ruinoso de la calle colón. tras el mostrador, un tipo de barba atiende a las adictas al cierre diente de perro y a las seguidoras del hilo elástico. ah....algunas mujeres somos tan difíciles de complacer. con su barba recortada, luce como un chuck norris dedicado a la eterna lucha entre la sedalina y el género. un mercenario del mundo de la lentejuela, el festón y el cruny. ahí se agolpan, en el corredor oscuro y repleto de mercadería, entre los rollos de cáñamo estampados con motivos para las bordadoras de poca inspiración ( me gusta el de los dos perros doberman ) y los muestrarios infinitos de hilo cadena, las dependientes de los botones de todas las horas, las fanáticas de los cierres zig-zag, las emprendedoras que buscan puntillas para las almohadillas de los anillos de los novios en las bodas y las madres abnegadas que intentan pegar remiendos en los codos gastados de los sacones escolares de sus hijos ahora que llega el verano. todo el universo detenido por unos instantes mientras se busca en aquellos polvorientos cajones, la joya tan preciada. la última que me queda, despliega el barbudo el fragmento final de una pieza de entretela finísima y medio manchada. me la llevo toda, dice ella con emoción, segura que con su gesto, dejará a otras sin el preciado material. y ahí estarán el resto de la tarde, con la respiración entrecortada, intentando alzarse con su botín, dándose codazos y leves empujones, saludándose con alguna conocida o competidora en el armado de muñecos de trapo con absoluta hipocresía, esperando el momento en que les extiendan la bolsita con las letras rojas sobre fondo blanco.