viernes, noviembre 09, 2007

que prontito te fuiste

soy la típica mujer que se lleva a la cama a hombres huesudos. hay una medida que generalmente se toma con el hombre de pie y perpendicular a nuestros ojos, es la medida que rodea el torso a la altura del ombligo. si estamos ante un espacio muy fino que apenas lo engrosan unos pelos de la panza despierta más de un suspiro. hace un tiempo me crucé con un sujeto que tuvo el bien de caminar sin camisa y sin quererlo me convocó a reflexionar sobre sus hombros y la increíble medida que despierta en mi ese afán de la modista, la científica o la fileteadora de pescado. esa noche no pude dormir pensando en como se desarrollarían los hechos inminentes. mi mente había quedado ocupada por el pensamiento obsesivo de la medida. algunas mujeres fantasean con la beauty cavity a la que le hemos dedicado algún post en el pasado, ese hueco en el muslo masculino, pero lo mío pasa por el paralelo del infierno. generalmente esa condición se dá en los cuerpos de hombres menores de treinta años, previo el deterioro que aporta el consumo contumaz de cerveza y grasas saturadas a la figura masculina. tuve oportunidad de mantener una segunda charla, con el prospecto ya vestido, unos días después. ahí percibí un fuerte vaho de alcohol. eso me compró un boleto sin retorno a una playa conocida, vivida muchas veces y absolutamente anti afrodisíaca. en segundos se borraron las fantasías tejidas mirando el techo. ni como un deseo, ni como un favor. ni como un error, ni como un descuido. se fueron tan lejos las ganas que descarté también la posibilidad de arroparlo para que duerma su borrachera sin que se agarre un calambre en el medio de la noche.