viernes, enero 21, 2005

post carnival

me duele mucho la columna, espero no tener ningún disco fuera de lugar. brigadas de ojerosos ganan las calles. es de madrugada y apenas nos reconocemos con miradas, delatados por la primera luz del día. aquí suena un bolero que dice “ te extraño “ pero yo no te extraño, te escribo que es algo diferente. hay tantas cosas en la calle a esta hora, tantas botellas abandonadas, tantos vasos dados vuelta con un poco del contenido, hay tanto licor desperdiciado en las cloacas, pequeños restos de tantas copas de tantos vinos servidos en jueves. hay tantos colores que empiezan con el día y yo tengo los ojos tan rojos y tan cansados. casi ni percibo esas rayas rosadas en el cielo, esas marcas de hermosura puestas en la naturaleza. todo suena como conocido pero al mismo tiempo se trata de una novedad. me gusta ser la cronista de estos días y mandarte novedades desde esta cercana parte del mundo. es como que hubiera en cada paso, en cada oportunidad de describirte un color o un perfume, una pequeña porción de afecto que sabrás apreciar. sigo construyendo metrópolis de palabras y me interno en pequeñísimas avenidas pobladas de arbolitos, autitos con personas que conversan por telefonitos o se pintan los labios con diminutos lapicitos rojos mirándose en espejitos retrovisores aun mas chiquitos. en alguna pequeña plaza, dos enamorados se besan y se vuelven a besar. un niñito casi imperceptible perdió su pelota invisible en un laguito y un par de palomas enanísimas lo miran con cierta indiferencia desde una rama fina como una pestaña.y yo aquí, gigantesca, con este lápiz que sería capaz de destruirlo todo si solamente lo soltara de mis dedos, hinchada de poder frente a todo ese universo vulnerable.