jueves, abril 07, 2005

siga el baile

quizás el mejor velorio que alguien podría celebrar en mi honor tendría orquesta y baile desenfrenado hasta la salida del sol. no voy a ser original cuando les diga que el ambiente de los bailes es bien singular. empecé a asomarme a este universo cuando tenia unos doce años de la mano de un grupo de brasileños del sur que habían llegado a la zona este con motivo del carnaval. la sensación de pasar toda la noche en una pista, junto a cientos de cuerpos desconocidos sacudiéndose con gracia entre papel picado, máscaras y delirio, fue un bautismo perfecto para convertirme a la religión bailable. he recorrido diversos géneros y estilos, algunos improvisando, en otros poniendo cara de piedra y lanzándome al ruedo y también tomando clases porque en las aulas también está parte de la magia. en general he tenido instrucción en cuestiones más bien clásicas como salsa, merengue, cha-cha-cha y casino. más recientemente intento develar los secretos de la milonga. cada pista es una historia y cada ambiente aporta compañeros diferentes, códigos secretos, señas específicas y mínimos indicios que solo pueden decodificar los iniciados en esta peculiar semiótica de mover el culo. he tenido amistades inolvidables de pista, amores posibles e imposibles, pero sobre todo una manera de ver la vida a través del cuerpo en movimiento. puedo saber solo con mirarlo, si el hombre que me saca a bailar sabe hacerlo bien o si solo intentará pasar el rato. entonces me pongo inquisidora y pregunto antes de salir al ruedo : ¿ bailas bien ? a lo que un típico macho uruguayo contestará, sintiéndose un genio : ni idea, bailando soy un perro . así que borraré su sonrisa con una respuesta tajante : solo bailo con los que saben más que yo . el tonto, convencido que es un canchero bárbaro me dirá quiero que me enseñes , dándome oportunidad de clavarle en el lomo la última de las banderillas, con la que se irá ensangrentado y vencido, no soy un colegio suizo .