miércoles, julio 20, 2005

buenos aires

el avión es angosto. poblado por ejecutivos aterrorizados. estamos carreteando por la pista, rumbo al cielo. siento como sudan adrenalina pura detrás de las camisas polo, podría hacerles en este momento un análisis de estómago con una mini cámara y podría ver esa danza de jugos trabajando pos una úlcera perforada que podría figurar en el guinnes. a pesar del perfume del after shave y las sonrisas hipócritas con las que se saludaron en la pista, en la cola de embarque, en el hall del aeropuerto, se puede oler desde lejos ese miedo a volar. somos solo dos mujeres en este vuelo. el asco que tengo por los aviones supera cualquier posibilidad de temor. cada vaso de jugo de naranja sintético que ofrece una azafata con gesto de empleada pública es como un puñal que me clavan en el medio del pecho. ni hablar de unos snacks de maní y castaña que insisten en darme. totalmente salados y con el mayor nivel de grasa transgénica del universo. me saco las botas y descanso un poco, en minutos estaremos bajando. no quiero escuchar los diálogos vacíos de mis compañeros de vuelo, son solo una fachada para ocultar lo que realmente les pasa. por un instante me olvido que mi gran nariz descubrió el olor a vomito antiguo que se oculto con alguna sustancia química en un asiento cercano. me viene un breve sueño en el que sueño que sueño un sueño. es un articulo en espiral, que va y se pierde en si mismo. todo parece tibio y acogedor allá arriba cuando duermo descalza y rodeada de desconocidos.