martes, mayo 17, 2005

ensueño y champú

por fin salió el sol. un buen motivo para entrar, como distraída a una peluquería en el medio del fango de la nueva peatonal en la calle sarandí. hay un empleado nuevo, un joven de aire resuelto con una camiseta negra ajustada. mientras me zambulle el pelo en el agua tibia me doy cuenta que es una especie de john malcovich pero joven y con pelo. está entusiasmado por mi presencia, creo que no entró nadie en toda la tarde y al fin encontró una víctima. me lava con tanto vigor que por momentos tengo la imagen que mi cerebelo volará encima del aparato de aire acondicionado. después cierro los ojos y me olvido de todo. ¿ te tiro mucho pregunta ? y yo, que quiero convertirme en una mártir pelada como santa juana de lima le digo que no, con mi mejor sonrisa. me da pena coartar ese ímpetu juvenil, al fin y al cabo, pelo más, pelo menos, no me afecta. malcovich arremete con el champú, el agua tibia en gigantescos chorros, me aprieta el pelo como si fuera un trapo de limpiar el piso de un convento. es asombrosamente efectivo a pesar de su aceleración y su aparente brutalidad. otra vez cierro los ojos y estoy en una caverna, con mi marido que no ha cazado ningún terodáctilo en dos semanas y se las agarra conmigo y me arrastra por la estancia solo para saber como sueno. cierro otra vez los ojos y sueño en una peluquería de muebles blancos y espejos grandes, tibia y acogedora donde un malcovich me lavará la cabeza.