lunes, febrero 20, 2006

en tiempos de gripe aviar

se bajó del auto con su amigo. ella no esperaba verlo y se alegró por estar instalada en aquella ventana, bajo la luz maravillosa del final del día, enmarcada como en un cuadro de vermeer, estupenda. el hombre pollo le clavó los ojos una vez más. se habían conocido hacia algún tiempo, a poco de su regreso. ella siempre había pensado que tenia cara de pollo, incluso más cara de pollo que cualquier empleado de quique gavilán. no vamos a decir que los pollos o los hombres pollo sean especialmente bellos, pero a ella este, le resultaba irresistible. nunca había tenido un pollito en su vida. su padre detestaba las aves de corral. su abuela no había tenido el buen gusto de la abuela de su mejor amiga, que le había regalado una pollita con el plumaje teñido de violeta. no podía saber porque le atraía esa nariz en forma de pico resignado con la punta fina mirando hacia abajo. no entendía porque le gustaban esas mejillas planas y largas y esos ojos redondos de pollo apostados encima. el había percibido que ella estaba encantada desde el primer momento. hacía todo tipo de gimnasia de seducción. humor inteligente, sonrisas y festejos a sus comentarios, inclinaciones de escote a favor de su ángulo de visión, entre otras artimañas. el hombre pollo dominaba la cancha con una pelota prendida fuego. con la modestia de alguien que sabe que luce como pollo y al mismo tiempo ese resentimiento con el mundo que lo excluía y lo empujaba al vacío y el alpiste. cada encuentro con el hombre pollo resultaba perturbador para ambos. él, un intelectual de fuste, un tipo serio ante todo, parecía preguntarse ¿ porque a mi ? y ella se quedaba pensando ¿ porque él ? mientras el coqueteo avanzaba vigorosamente. más allá del anillo matrimonial, el hombre pollo ensayaba diálogos ingeniosos para pronunciar delante de ella que después olvidaba cuando la veía. ella intentaba desentenderse de él, pero cada encuentro la dejaba alegre, excitada y expectante del próximo. mientras transcurrían, el hombre pollo se inscribía en la lista de pendientes del año, junto a aquella frase que decía “ cambiar las cortinas de terciopelo del living “.