miércoles, septiembre 27, 2006

sandra y celeste

es este pequeño pueblo hay dos de todo. dos escuelas, dos compañías de transporte, dos gasolineras, dos ciber café. prefiero el fashion ciber café, emprendimiento de un artista local seguramente incomprendido, que se apresta a emigrar y triunfar en la gran ciudad. si bien ayer una de las empresas fúnebres daba servicio al cuantioso velorio de un viejo, que según se dice estaba conservado en alcohol, esta mañana la balanza se inclinó por la otra compañía mortuoria, gracias al accidente de tránsito que se llevó a un joven adorador de los bólidos motorizados, brindando así un equitativo reparto de actividades y ganancias. acá la vista se pierde en el agua, que lo rodea todo. incluso corre un viento fresco cuando arrecia el sol del mediodía que equilibra un poco el paisaje de playa y campo. el ruido de las gaviotas, los botes de pesca anaranjados y las olas que rompen en la playa oeste. en la otra orilla, donde no hay arenas blancas se ven los barrancos de tierra colorada y los bosquecitos de ombúes. una niña se llama hayabuza, en honor de la moto favorita de su padre, un modelo de suzuki 1300. un caballo suelto, mezcla de criollo y cuarto de milla, de pelo bayo, se encarga de regular el alto del pasto de las veredas. a las ocho de la mañana, este operario informal sustituye a la maquina, al jardinero y a la vecina hacendosa. deja un poco de bosta, es cierto, pero lo hace bien y tiene una estampa sin dudas, más bella. en un predio cuadrado y verde, rodeado por un alambre, dos vacas, una vieja y otra joven no se dedican a comer. una le lame el rostro a la otra, con un cariño y dedicación que solo remite a amor. me pregunto ¿ se besan las vacas ?