sábado, agosto 19, 2006

ataque de cursi

empujó la puerta de la habitación y respiró hondo. el ambiente estaba cargado de patchouli o un veneno similar. él estaba recostado, apenas cubierto por una bata de búlgaros en tonos de mostaza y café. en la mano, sostenía una exagerada copa de cata llena hasta la mitad de un malbec de la patagonia. desde un equipo empotrado en la pared tapizada sonaba un disco de clásicos del jazz de todos los tiempos. charlie parker, arturo sandoval, miles davis se turnaban de a ratos para encantar. resbaló el pie descalzo sobre la mullida alfombra de símil cebra y bailó desnuda, a contraluz junto a la ventana que daba a la bahía. bajo la peluca rubia tenía, disimulado, un mínimo reproductor de mp3 y dos insignificantes auriculares desde los que escuchaba la versión original de wish you were here del interminable pink floyd. sobre una butaca tapizada en cuero verde inglés, descansaba un saxofón lustrado con esmero por la criada negra que tenía el dueño de casa. este, tenía los ojos apenas entreabiertos, como un gato que esta a punto de dormirse una siesta. ella pensó que su boca entreabierta, expresaba una suerte de nirvana erótico. no era así. tras media hora de baile sin recibir ni un gesto de su único espectador, empezó a buscar su ropa primero lentamente, después con rapidez sin que su anfitrión cambiara, por un instante, su expresión facial, reflejo inequívoco de un síncope.