viernes, agosto 19, 2005

otra vez brasil, salimos por el área industrial de la ciudad, usando una vía que se llama canoas, como tantas otras en este país. además del chofer, viene una especie de patovica, un guardacostas lo que evidencia que, no soy una persona importante pero seguramente comparto transporte con alguna celebridad. está absolutamente nublado pero la luz es abundante, estoy medio dormida y medio extraña. filhas da mãe es el nombre de una casa de ropa para novias. me hago un anillo de utilería usando la gotita instantánea y una serie de porquerías que junte en casa antes de salir. un anillo de plástico, de niña, un botón negro gigante y brilloso, todo servirá para mi artesanía salvaje. ahora cambié de vehículo y me conduce un negro muy bonito de unos 23 años, con anteojos de cien dólares. maneja por las alturas una 4x4 y me aclara que esta a mi disposición. es el candidato perfecto para abrocharme en la espalda el corsé, con cintas en la espalda, que me acabo de comprar. ir de compras de lencería erótica en brasil solo trae satisfacciones, todo existe y encima hay sorpresas constantes, prendas creativas, bordados locos, materiales variados, diseños y hasta precios! todas las mesas están forradas de cuero, desde este rincón del café, donde no se sentarían los amantes, controlo en pasaje de la gente por la peatonal. estoy bajo la tiranía de una peluquera que decidió recibirme a las seis de la tarde, fue como pedirle audiencia a un rey. ahora gasto el tiempo en asuntos inútiles y tomo aspirina para despertarme un poco. hice una incursión, quizás demasiado radical, al sauna mixto del hotel. mis ojeras bajan y rebotan en las rodillas. tengo el síndrome del ojo cansado, algo que aun no salio en ninguna revista científica pero que seguro ya lo van a descubrir. esta noche, antes del maquillaje, recurriré al viejo truco de los hielos envueltos en servilletas de tela sobre los parpados. si lo usa silverster stallone, seguro que funciona.