martes, febrero 27, 2007

cementerio de mascotas

las tías no tenían mucha vida social. estaban a una altura de la vida en la que se conformaban con una visita semanal al cementerio, a regar las plantitas en las tumbas de sus mascotas perla y susana , dos caniche escuálidas que habían usado rulos blancos iguales a los de sus amas. las tumbas de sus dos nenas estaban lejos del ingreso al parque, en una pradera baja y solitaria. los empleados nunca recibían propina para atender el predio de manera que tampoco se acercaban a el. cada sábado de tarde, a la hora de la siesta llegaban las tías en el austin negro con las sillas plegables y los enseres de jardinería. por un par de horas se instalaban junto a sus amadas perras. a veces usaban una regadera que cargaban en la canilla del sector de los álamos, algunas veces tiraban una bola de yuyos al basurero antes de irse, o un vasito de papel. los que se habían arrimado a la zona a husmear a las viejas las habían visto conversando a las risotadas en sus sendas sillas. después a la salida, resultaba desconcertante verlas pasar con los ojos rojos, como de llorar. cuando juana enfermó maría intento por todos los medios conseguir una excepción para sepultar a su hermana cerca de la tumba de las caniches pero no hubo caso. la borocracia no esta a la altura de las necesidades de los hombres y menos de dos mujeres viejas . tal vez por eso se entregaron juntas a los brazos de morfeo una tarde de sábado usando vaya una a saber que sustancia ilegal .