jueves, mayo 16, 2013

uñitas

del interior de la caja salen pequeños brazos. en cada extremo hay una manito que saluda, tiene un par de pulseritas de plástico y las uñas manicureadas con primor. los ancianos siguen tomando el té y conversando sobre unos bonos que no podrán cambiar en el banco por estar pasados de fecha. aparentemente eran acciones de una mina de carbón fundada en 1835 al norte del estado de nebraska. algo que había pasado de generación en generación como un patrimonio familiar indivisible. pero las cosas han dado un giro inesperado con el cambio de titularidad del banco. ahora nadie quiere pagar esos bonos. los viejos son tres: una mujer de más de noventa años y su hermano menor de apenas ochenta y cinco y un primo de la misma edad de profesión abogado. disfrutan de la conversación y sua detalles. repiten una y otra vez cada una de las entrevistas que mantuvieron con el gerente, con el director, con el cajero. cada cierto tiempo ordenan una nueva taza de café. junto al bar, hay una empresa fúnebre pequeña que tiene la mayor parte de su clientela fumando en la vereda. desde el ventanal donde están los viejos se divisan las siluetas de los deudos encendiendo cigarros. el primer viento de mayo arrasa la calle de un extremo a otro y vuela los sombreros de los viajeros. en el único rincón con sol nos damos un abrazo.