miércoles, mayo 23, 2007

un hombre de java

a efectos de un mejor estudio, lo observo tumbado. de cúbito ventral se ve como una mancha oscura, como una sombra dibujada por un grabador obsesivo del siglo doce. miles de rayas finas que se mezclan en diferentes direcciones de un lado al otro y delinean las piernas, los muslos y los glúteos. al tacto, es suave y cálido. solo la espalda carece de pelo o plumas en este mamífero perfecto que se extiende por un metro y ochenta centímetros, domina la pelota con la pierna derecha y escribe con la mano izquierda. cada pliegue tiene una intención angular, una punta filosa cubierta de hueso y piel. respira con suavidad y duerme en silencio, profundamente. este pitecántropo erecto de ojos oscuros y ángulos pronunciados circula sostenido por dos piernas, consume vegetales y absorbe cerveza negra. contiene algunas emociones, las guarda, las protege bajo la piel seguramente para preservarlas del frío del invierno. acostumbrado a las cavernas, guardó un par de aletas de sus épocas de anfibio plegadas y disimuladas en la parte superior de la espalda. también ocultó los rastros de su cola en una pequeña protuberancia por la zona del cóccix apenas perceptible al tacto. estoy ante la versión humana de una navaja suiza, con múltiples recursos plegados al cuerpo principal, de efecto y utilidad insospechada.