domingo, enero 16, 2011

cambio de paradigma

entró en la casa, una de esas que tienen alfombritas con las que darse un golpe letal, distribuídas por todos lados. hacía calor y no había a la vista ningún sistema de ventilación. revisó la heladera y confirmó la no existencia de hielo y cubos para hacerlo. todo estaba alegremente desconectado. tuvo ganas de sentarse a morir ahi mismo pero descubrió que la televisión tenía un sistema con dínamo asi que lo encendió y empezo a pedalear en la bicicleta fija hasta cargarlo. en diez minutos apareció steve martin haciendo un comercial de jabón. después un aviso con dos gemelas en bikini que ofrecían todo tipo de armamento para un fin de semana de caza en el bosque. luego un predicador. dejó en ese canal y empezó a repetir la última palabra de cada frase del perdicador. eran unas palabras muy bien seleccionadas. alma. paz. amor. redención. perdón. armonía. familia. se dio cuenta que, en ese canal el televisor pasaba todo el día. dando esperanza a su tía emilia, una mujer que no tenía nada para tener esperanza. tenía su televisor. ahi estaban sus amigos, sus enemigos y sus posibles preocupaciones. tal vez, todas sus dudas sobre la debilidad espiritual de aquellas personas que conocía, se veían reflejadas en los agónicos testimonios que presentaba el pastor. era imposible no sentirse identificada y en alguna medida, purificada por esa acción. recogió la ropa de la tía y la empacó en dos enormes maletas con flores violeta que ella misma había dispuesto sobre la cama. todo entraba a la perfección. miró los muebles del cuarto, los alaborios, nada valía la pena. al rato llegó la compañía y se llevó las valijas rumbo a hawaii, el último destino que tenía previsto la tía emilia. haberse ligado al predicador tenía eso, un cambio absoluto de paradigma. ahora las prioridades serían el bronceado de la piel, el masaje a la caída del sol y sobre todo, olvidar la vida pasada.

sábado, enero 15, 2011

mujer que no sonríe

la mujer que no sonríe mira siempre con ternura, con un poco de locura, el pie de su acompañante. un eterno vigilante le enciende el farol atento, dejándola sin aliento y con el mohair mojado, como si hubiera escampado el llanto en su misiadura. sus zapatos cocodrilo apenas le chancletean, su garganta, su melena, están tan acostumbradas, a las murgas, las payadas y otros deslices así, no respetan pedigree ni palabras de contento. ni en la puerta del convento, ni en el muro de cebollas, olvida lo sucedido, sobre todo si es vivido en un mar de risotadas, con amapolas moradas asomando tras la oreja. un pájaro militante aterriza en la layota, intentando sin derrota, un desayuno abundante. mientras tierno y visitante, el gato gordo de carne, espera bajo el enjambre de las hojas del jazmín. nadie espera en siesta eterna, que el mundo cambie o mejore. más simple si en una hora, el tubo te lo abrillanta y te deja en la garganta las noticias dolorosas, sin frases que son piadosas ni descansos domingueros. ni con basto ni sombrero pueden suplirse los miedos, los boliches, los enredos, las memorias, las personas, los que subidos están al tablero con damero, poniéndose de sombrero al caballo y al alfil usan guantes de terfil y se calzan bien la banda y corona en el balero. es rojito ese color, que pinta en el horizonte, como un ojo maltratado de un pescado del estero, que lucha contra el celeste que se impone en la caída del febo como si fuera imposible combinar lo que has tenido con el futuro infinito.

lunes, enero 03, 2011

los turistas

los días nublados los turistas vegetan por el pueblo, buscando alguna cosa que los ayude a matar el tiempo. inventan recorridos culturales, revisan librerías, se meten en zaguanes para espiar la vida de artistas desconocidos. a falta de artistas, cualquier vecino puede cumplir el papel de exótico. por eso, doña marta y sus tortas fritas con pasas, se pueden convertir en un día nublado en la atracción de la temporada y recibir toda clase de visitas, desde un príncipe hasta de un astrólogo que le ofrece compartir el negocio. los días nublados, los turistas son creativos. se internan en los sitios apartados, donde la gente común vive su vida cotidiana y se entrometen en sus cocinas a enterarse como que olor tienen, atraviesan la letanía pueblerina de sus charlas para saber como opinan. en un día nublado un turista, es como un expedicionario con cantimplora, dispuesto a caminar, a subir montañas, a atravesar las cortinas de tiritas de nylon, a lanzarse encima de alimentos aparentemente autóctonos, a conversar en lenguas raras con lugareños de apariencia apacible sobre asuntos apasionantes que seguramente olviden cuando se suban a sus autos y vuelvan a sus departamentos con vista al mar . y a otro día vendrán el sol y el olvido. que peligro el que corre el turista con su ocio, el turista infectado por el aburrimiento, el turista que deambula buscando el paraíso y no encuentra a quien decirle que es turista. ¿ volverá el turista hastiado la temporada próxima ?- se pregunta el ministro – no lo sé, responde el sub-secretario mientras aplasta una mosca con la punta del lapicero. ¿qué habrá pasado que este año no han venido ? - se pregunta el ministro – “ tal vez se aburrieron “, responde el sub-secretario. y los miedos se extienden y se reproducen por los pasillos del ministerio, del gabinete y llegan convertidos en nubes, al baño presidencial.

domingo, enero 02, 2011

laguna negra

estábamos en silencio, mirando el horizonte mientras el agua empezaba a avanzar suavemente con el atardecer, mojándonos los pies, las rodillas y los muslos. habíamos pasado dos noches sin dormir, dedicados a la conversación y el chisme, hablando de viajes y fantasías. detrás, quedaban los restos de la cabaña quemada, apenas unidos unos con los otros, humeantes, frágiles y temblorosos nos miraban con ojos negros. nunca habíamos estado tan cerca, quizás por casualidad o por miedo a enredarnos, fruto de nuestros turbulentos pasados amorosos. éramos una simple combinación de piel, huesos y pelos mojados que emitíamos risitas nerviosas, en aquella extraña situación. me dieron ganas de hacer un chiste, una vulgaridad, como evocar la “laguna azul” o algo así. pero eso lo obligaría a hacerme un bebe instantáneo, como si fuera la misma brooke. aquella no era una situación romántica, quizás era solamente una instancia singular, mágica y desconcertante. nunca me hubiera atrevido a hablarle con franqueza de mi admiración hacia él. quizás era la barba tan larga la que me imponía un respeto y una distancia prudencial. siempre habíamos tenido una complicidad natural, tal vez por ser contemporáneos y transitar sitios de otros asombrosamente diferentes a nosotros. el era un fotógrafo sin cámara. yo me parecía a un tizón en apuros. pensé con algo de resignación, que me estaba perdiendo la única oportunidad de abordarlo. tenía la cara de un conejo resignado. ni la nariz era interesante, ni los ojos muy abiertos y la boca le colgaba sin demasiado garbo. la risa era su único patrimonio, especialmente porque celebraba a todo volumen cualquier asunto y lograba un efecto afrodisíaco en los demás. tuve ganas de tener una bañera con agua tibia, unos jaboncitos de coco y miel, una alfombra peluda de lino y tantas otras cosas que no eran sus brazos, ni sus piernas, ni su aliento. me meti en el agua para deprenderme el humo y nadé.

sábado, enero 01, 2011

milonga usted

junto a una columna, un pibe vomita con la asistencia de otro, un poco más grande y con pinta de plancha. el resto, es una enorme llamarada que sale de un medio-tanque, donde también se amontonan los panes y los chorizos para una noche agitada. sin lugar a dudas, llego a buen puerto. la milonga está en marcha desde hace un rato, con música que sale de una computadora. unas pocas parejas bien aceitadas de veteranos canosos y jovencitas, circulan sobre la madera. el resto, es ambiente familiar. en una mesa, un hombre insiste en leer la diaria, a pesar de la penumbra. unas muchachas se sacan las zapatillas y se calzan sandalias. en el pisotón no abunda el protocolo. los viejos de championes, las muchachas como fueran. el asunto, consiste en moverse por la pista y eso, está garantizado. en las pausas del bailongo, suenan acordes de los beatles o de charly garcía o los doors. los bailarines no se impacientan por esos cambios de estilo. por el contrario, usan el tiempo para organizarse. hay un patio de fumadores donde la gente se dedica a la conversación y las relaciones públicas. venden brownies. la cocina tiene un cartel que advierte que los niños tienen la entrada prohibida. hay tartas también. el público se sienta en el piso y rodea el escenario cuando tocan los músicos. hay un silencio respetuoso, un clima de ritual. un cariño también. los artistas lo saben, intuyen una devoción que no se encuentra en una tanguería o un boliche cualquiera, donde los mozos llevan la comida mientras ellos tocan o cantan. estos bailarines o tangueros o curiosos están como en misa. después pasaran la gorra y habrá un aplauso agradecido. todo es muy hippie pero hay una gran elegancia ante los artistas. la noche terminó. cuando estaba llegando a casa, me vino un hambre horrible. entré a un bar y lleve un brazo de gitano. cuando abrí el paquete y acerqué la boca al azúcar impalpable me invadió una extraña combinación de merluza y heladera, un híbrido inesperado que me indicó el camino del ayuno.