jueves, febrero 02, 2006

información clasificada

la miró con serenidad y le preguntó en que fecha menstruaba. ella dio unas vueltas, hizo cálculos en voz alta y termino por no pasarle el dato. después se quedaron en silencio. el tomó el whisky y ella miro el techo con el ventilador de aspas marrones lleno de culos de mosquita pegados desde hacia tiempos inmemoriales. el dato había quedado en cualquier lugar de la conversación, como un cubierto de pescado que se deposita en una mesa de apoyo y se usa solo si lo requiere el comensal. esa manera de patinar el tiempo, el espacio y la información verídica se transformaría quizás en el sustento de una relación mas sólida. de todos modos ella pensó que había sido muy importante la pregunta y que la había agarrado desprevenida, sin depilar o sin llamar a la familia para avisarles la posible llegada de una buena nueva. como un auténtico regalo sorpresa en el interior de un huevo de pascuas, es decir como si en el huevo viniera una motosierra de siete caballos y el beneficiario lo recibiera como algo muy normal. no es normal encontrar una motosierra en un huevo de pascuas, tampoco es habitual que un chico en un bar te pregunte por tus condiciones fértiles a la vista y oído de todo el mundo. entonces, ella pensó que este chico no era cualquier chico. le había contado en la segunda cita que roncaba, algo que en general se oculta de manera sistemática por cualquier roncador profesional. ahora, en un décimo encuentro, salía con la cuestión de la fecha. ella pensó que él anotaría el dato en una palm. tal vez estaba preguntando el número por simple cábala o para saciar su declarado amor por los juegos de azar. el numero que buscaba era solo una excusa para apostar a la quiniela. quizás no, quien podría saberlo.