miércoles, mayo 24, 2006

big mama

cuando la conversación habia tomado el rumbro correcto y estaban encargadas las verduras a la parrilla, la pata de pollo dorada y el acompañamierto, escuchó la más extraña sinestesia que alguien le hubiera pronunciado en su cara, impunemente. su anfitrion, era un hombre sofisticado, de esos que usan perfume un domingo en la mañana. después de hablarle de un artista al que le tenia respecto, remató con el comentario : tiene un auto como el mio. despues, se detuvo a decribir el modelo de land rover. a partir de esta pequeña coda, de esta frase breve y quizas insignificante, ella quedo fuera de la conversacion. distraida, lejana, ausente de cualquier pensamiento lucido. quedó vacía solo de escucharlo. como si le hubiera extirpado con la lengua aquel remedo de buen gusto que trataba de conservar. miró a la vereda y vio pasar otro carrito con basura, otro adolescente sucio con una gorra maltratando a un matungo. detrás, un cartel naranja emulaba la señalética de alguna ciudad alemana : montevideo de todos. somos como frankfurt pero con basura y gente miserable comiendola de los tarros. pero nuestros carteles nos ayudan a creer que somos casi alemanes. después miro el plato aun vacio, las mangas del saco de fino cashemire que habia sacado de su ropero. una pieza que habia comprado de las manos de la diseñadora. una especie de joya que habia mantenido envuelta durante un año esperando la oportunidad para lucirla. a esta altura, algo casi sagrado. empezó a recordar como esta prenda maravillosa ahora se habia convertido en bufanda, en chal, en saquito, en lo mas cotidiano de lo cotidiano. en esos pensamientos encargó a su alma a la espera del gesto del parrillero, la gestión de la moza y la definitiva digestión del almuerzo.