miércoles, septiembre 26, 2012

patchwork

estamos con las rodillas apoyadas en la hierba. el prado está en silencio, nosotras también. nos pasamos una bebida dulce, hecha en base a vino, azúcar y varias pimientas hasta que el cielo se cubre de noche. extendemos los brazos y tocamos a la que está en el costado hasta quedar enlazadas. nos reímos al principio un poquito, después en forma estridente. iniciamos un murmullo fino, delicado, que cubre el predio y sigue tejiendo un manto hasta espantar a las lechuzas que están en los árboles de un monte lejano. el ritual de la miel, nos envuelve entre flores y estrellas. somos muchas, cientos tal vez. hasta las vacas saben lo que estamos haciendo, y los grillos y otros mamíferos que nos observan a prudencial distancia. nuestro murmullo se convierte en canto, en un hermoso canto de sirenas. cuando sale el sol nos vamos borrachas, desvestidas, hacia la ciudad, en nuestros autos desvencijados.

martes, septiembre 25, 2012

vuelve mrs. robinson

él es algo así como un maestro del make up. un súper dotado de la simulación. pocos lograrían esa sutileza en un efecto especial. el problema, es que sus clientes, tal vez sea mejor usar el eufemismo “alumnos” o “fieles discípulos”, creen que el proceso, simple capa con algo de brillo como un esmalte de uñas, es más profundo y elevado de lo que realmente puede ser. no se trata de lobotomía sino de un sencillo recubrimiento que distrae pero no evita la profunda ignorancia. tal vez, la falta de originalidad del maestro los conduce a todos a una misma trampa de autores, citas, conceptos. la condena es repetirse por lo alto y lo bajo, reproducirse ad infinitum como siluetas de cartón pintado sin mayor color o contraste. repetidores de fórmulas, cortadas como por un sastre que está incapacitado para usar otro molde. pero no importa, en el mercado del ego, nadie será crítico. todos se sentirán singulares y mostraran sus hazañas en el barrio, dejando atónitos a los vecinos mientras riegan el jardín o pasean al perro de aguas. no importará nada porque estarán protegidos por una inmunidad superior, la que les otorga un determinado poder. esforzados héroes del mañana, cultores de las batallas ganadas en el pasado, escupidores de frases de un origen dudoso pero un carisma fundamental, griegos truchos y romanos inconfesables, siempre dispuestos a una nueva odisea, a un baile de máscaras, a una fiesta en beneficio de un niño que perdió un ojo tirando cohetes. no habrá quien separe, lo crudo de lo cocido. no habrá manera de seleccionar. todo será una mansa informe y sin sentido, con el fin de impresionar. tal vez alguno, en una noche aciaga, mientras ensaya con sayo ajeno, sentirá tal vez una cosquilla, una sensación extraña en el estómago, una brizna de duda sobre la necesidad de hacer una trampa que posiblemente, ya hizo en el liceo.

sábado, septiembre 08, 2012

dioses y duendes

aquella noche, el jardín había recibido más visitas que nunca. los cuerpos giraban exhaustos por el inmenso césped. de a ratos se oían las carcajadas de las parejas que correteaban desnudas por la glorieta, saltaban a la fuente y se tiraban abrazados sobre los canteros cultivados con calydoreas. los perros estaban en el canil desde mediodía con la panza llena, para no interferir con sus ladridos en la noche estrellada. la dueña de casa había desaparecido temprano en la limusina de unos amigos, tal vez rumbo a la playa a fumar opio. el mayordomo, dormía plácidamente gracias a un somnífero. en la cocina, las mucamas de guardia miraban la repetición de su telenovela en el cable, con auriculares puestos. la orquesta, tocaba en el balcón blanco un himno polaco y el director, borracho como una cuba, apenas lograba mantener el equilibrio. los músicos seguían como hipnotizados unas partituras interminables sin aflojarse el nudo del moño. en un sofá, dormitaba la madre mientras su joven amante surfista le lamía los dedos de los pies. por todos lados había copas de cristal de todo tamaño y contenido, bandejas con restos de petit fours saladas y dulces, chaquetas de terciopelo, mitones, sandalias y escarpines. dos mellizos adolescentes de piel blancuzca, perfectamente vestidos de negro hablaban de nietzsche abrazados en un rincón. en la biblioteca, bajo una abundante cortina color oro se divisan mi torso, mi bolso, mi pelo y tus lentes.