martes, marzo 01, 2005

simulacro

¿ me gustaba o me hacía acordar a alguna tía vieja ? podría ser un poco de ambas cosas. era un tipo muy simpático, de esos que una conoce en un bar y enseguida se siente cómoda. no me acuerdo muy bien en que bar lo conocí. me acuerdo que había visto a sus abuelos mucho antes de cruzarme con él. eran unos viejos muy elegantes que andaban vestidos de color verano, no en los colores que ahora se identifican con el verano, el maíz, el crema, el blanco. ellos tenían ropajes en esa gama entonada del rosa y el habano que se usaba en el caribe en los años cuarenta. quizás había un auto negro e imponente que ella, a pesar de sus años, manejaba con prestancia. eran una asociación poderosa y distinguida, al menos en mi recuerdo. el nieto era uno de esos hombres del tipo que nos hace sentir relajadas, al punto de olvidarnos de cosas importantes como su simple condición y mandato para llevarnos a la cama cuanto antes mejor. bueno, esas eran las reglas. jugaba a osito de peluche. sonreía, traía un trago, hacía un chiste, se subía los lentes con cara de inocente y a una se le iba esa aprensión que hace mantener una barrera en alto. a todas las mujeres les caía igual de inofensivo y simpático. era alguien popular de esos a quienes todas besan cuando llega a un lugar. pero también era un zorro, que planeaba llevarse todas esas pollitas, al gallinero. yo vivía en un barrio con putas, las más feas y decadentes de la ciudad. de esas que dan miedo hasta a los clientes jubilados que se les arriman. un sitio cuyo principal glamour es la ausencia absoluta del mismo. no estaba acostumbrada a visitar hombres en sitios refinados como aquel rascacielos al que me arrastró una noche de invierno helado. todo se veía impresionante, empezando por la calefacción, las tablas del piso anchísimas, las ventanas fantásticas, el ascensor con perillas de bronce y por último la botella de napoleón vsop que destapó para que recuperáramos la temperatura. por un rato leímos unos comics de manara tirados en el piso. había también revistas europeas, de esas que no se conseguían en ningún lado y algunos números de interview de la primera época como el número del 74 que tenía a bo dereck en la tapa . era un preámbulo absurdo para lo inevitable. seguí visitando las bondades del brandy y me saqué la ropa. si había alguna música más allá de mis risas, no me acuerdo. mi anfitrión empezó a luchar trabajosamente para sacarse las botas. al minuto mi cabeza cayó sobre un almohadón gigantesco y me dormí. por el rabillo del ojo lo vi traer un edredón de plumas gigantesco y taparme. yo sé que tu sabes que yo sé. los dos fingimos un poco, él ser un auténtico caballero y yo, dormirme con tan pocas copas.