lunes, enero 09, 2006

post 301

al galán que me siguió anoche, por dieciocho de julio, manejando un auto blanco en reversa mas de trescientos metros sin bajarse ni pensar una estrategia mejor para levantarme, va este saludo. espero que no se haya ofendido cuando me reí de él a carcajadas. se esforzó por verse ridículo, algo que no es fácil de lograr a las dos y cuarto de la mañana en el centro de montevideo. diariamente, camino entre cuatro y ocho kilómetros por la parte plana de la ciudad, gran parte de este trayecto lo hago en la noche, antes de ir a dormir. es un momento sereno de la ciudad, el momento en que los barrenderos pasan los escobillones por la peatonal de la calle sarandí y es la hora en que los camiones derrochan agua con mangueras de presión sobre las veredas y todo queda reluciente, esperando la mugre del día después. es un trayecto tranquilo en los días de semana, que se puebla un poco más desde el jueves al sábado, con gente que sale a bailar o a comer algo en el centro o la ciudad vieja. hace muchos años que vivo aquí, este trayecto es un clásico de mi caminata de todos los tiempos. incluso pasé aquellas épocas en que estaba el aparente peligro de los marineros coreanos en la zona del puerto. me gustan los códigos de la noche. no molestes a nadie y nadie te molestará. tal vez alguno que no esté muy al tanto de estas reglas se atreva a decirme un piropo como : “ planchita... “ inexplicable, para nuestros lectores allende el río de la plata. esta noche llovió, para alivio de todos los que estábamos hartos del calor de verano. por eso usé mi gorro negro de lluvia, si bien no me tocaron las gotas fuertes sino el último escarceo de las nubes. el gorro causó sensación en la plaza cagancha entre un grupo de adolescentes que reparten volantes para un baile cercano. para acortar el camino, pedí el té de manzanilla en mi bar favorito, estudié la revista de la nación del domingo y después, emprendí el resto de mi caminata. la lluvia había parado y guardé el sombrero. ese fue el momento en que apareció el centauro dispuesto a conseguir un record guinnes de manejo marcha atrás. cuando observé que insistiría en su acoso, me vino a la mente la imagen de un cangrejo y me atacó la risa. no lo miré a la cara. esta ciudad es muy pequeña y reconocer a alguien haciendo algo tan bizarro, a esa hora de la noche, no me pareció digno de una mujer de bien.