jueves, febrero 03, 2005

tabaco y leprosos

volviendo al tema del tabaco, emprendí precozmente mi carrera de fumadora pasiva. en un arrebato descontrolado que me atrajo al espinoso camino de la ciencia terminé preparando un examen de geometría descriptiva con un profesor singular que llegaba en una moto bmw con un morral lleno de pipas y tabaco. mientras yo hacia los ejercicios del libro de tapa verde él meditaba y armaba mezclas en su interminable colección de recipientes exquisitos y me instruía en las afinidades que tenían los tabacos de virginia con las hebras de chocolate traídas de la india. no fumaba todo el tiempo, lo hacía solo al final de la clase, cuando estábamos en la parte filosófica de la matemáticas “ d “. tal vez esa fuera la razón por la cual era tan grato el perfume de las pipas mezclado con la conversación distendida cuando los libros estaban cerrados y el examen se convertía en algo absolutamente secundario en nuestras vidas. más adelante tuve unos amigos marineros y ellos, a pesar de su juventud, sentían la necesidad de cumplir con todo el estereotipo del hombre de mar. chaquetas azules de sarga gruesa, visitas al infectólogo de cabecera para atender algún mal venéreo y tabaco en pipa. en algunas sesiones de pócker en un apartamento de la calle ciudadela reinicié mi romance con el tabaco de pipa y durante solo unos meses fui fumadora activa. pero el tiempo pasó y seguí militando en las filas de los no-fumadores o no compradores de cigarrillos. ahora fumar puede convertirse en una gran trasgresión, al menos en algunos sitios. hace un tiempo estaba en una de esas ciudades donde los fumadores son exiliados a los corredores o a cuartuchos de las empresas donde trabajan , lugares en los que tirar un pucho en la vía pública se paga con multa y al contado. una tarde me escapé después de una serie de reuniones de trabajo en ambiente saludable. salí a caminar por el centro para distenderme un poco. ahí descubrí un negocio de tabaco. a través de la vidriera divisé una suerte de living de cómodos sofás de cuero donde había un grupo de fumadores haciendo uso de sus derechos. eran todos hombres, de diferentes edades, con aspecto saludable y aire desafiante. un club de leprosos sonrientes. entré, me compré una caja de puritos café creme , fósforos y me prendí uno. después me instalé entre ellos, mis nuevos amigos.