martes, septiembre 27, 2011

café dei illuminati

“ mi primer viaje a japón”... - espetó, apenas todos estuvieron sentados. después inspiró una mezcla de oxígeno y orgullo y siguió con su brillante soliloquio. la audiencia se conformaba por jóvenes funcionarios como él, que todavía necesitaban aprender sus técnicas para gestionar pasantías, becas y viajes de intercambio gracias a su trabajo académico. por el momento, se limitaban en venir a conquistar la provincia con sus saberes y en lo posible, sacar a los locales de la oscuridad cultural. una proba labor que acataban sin descontar una buena dosis de cinismo, que expresaban cuando estaban lejos del alcance de sus alumnos. una vez por semana, almorzaban en el café y conversaban de sus excitantes carreras. en la mesa había una suerte de pirámide y él, estaba sentado en la punta. por debajo, se distribuían las chicas, otro profesor más joven y menos avezado en el arte del auto-bombo y algún otro eventual invitado a departir. La charla tenía un volumen alto, de forma que el resto de las personas instaladas en el café pudieran enterarse que color se usaba en la capital. ellas representaban la nueva moda de la izquierda intelectual, habían abandonado las carteras artesanales en bandolera y las faldas hindúes a florcitas. no usaban prácticamente rulos, sino cortes más afrancesados, camisas al cuerpo, faldas con estampados “a la gucci” y el infaltable saquito corto. ellos habían logrado la evolución gracias a ponerse buzos de colores y usar anteojos con armazón rectangular, algo que los hacía sentir muy sofisticados. en el tercer viaje a Japón los comensales empezaron a perder los modales, dejaron de hacer preguntas, dialogaron entre sí, alguno se levantó para ir al baño y otro pidió la cuenta. a esa altura, la proeza no le quitaba el sueño a nadie.