viernes, enero 06, 2006

el blanco perfecto

siempre me gustaron los hombres de blanco. aun recuerdo el perfume de mi pediatra cuando me revisaba, a los seis años en bombachas, subida a la camilla de su consultorio. mas adelante descubrí que este gusto no tenia que ver con la profesión médica, mi fisioterapeuta de los ocho a los diez, el enfermero que me vendó el piecito cuando lo metí en los rayos de la bicicleta, eran solo parte de un arsenal erótico que podía contemplar heladeros, vendedores de farmacia y chico de los quesos en el super. a pesar de esta vocación, siempre me fue bien con los hombres de negro. no, no piensen en trajes de armani ni en empleados de empresas fúnebres. mi target pasa por punks, existencialistas de la primera hora y muchachos dark en general. le caigo bien a los ojerosos que llevan cresta, piercings o aire de derrota. no puedo afirmar que no me gusten algunas veces, pero representan todo lo opuesto a la pureza del blanco, la promesa de empezar de cero que conlleva un uniforme blanco. los hombres de negro están demasiado cargados de pasado, los hombres de blanco han usado la goma, han borrado todo y se disponen a empezar de nuevo. ya sabemos lo corrosivos que son los jabones que apuntan a darnos el blanco perfecto. después de ellos, no queda nada. y la nada es un excelente de punto de partida para una relación. es como mudarse a un edificio a estrenar. como abrir una heladera recién comprada. como el olor de un coche cero kilómetro. así estaba lucca cuando lo vi, caminando por un callejón paralelo a la muralla. me hizo acordar a mi primer novio, steffano, con sus rulos al viento. el uniforme blanco impecable que lo hacia irresistible. no pude evitar mandarle una mirada profunda y seguirlo lentamente, como haciéndome la distraída. caminaba convencida que terminaríamos en un dispensario médico, pero no fue así. luego de un rato de subir y bajar los escalones medioevales de san geminiano fuimos a parar a una fiambrería de esas que tienen un jabalí embalsamado en la puerta. y como ustedes sabrán, no puedo comer carne de cerdo. así que me alejé discretamente del lugar.