viernes, mayo 27, 2005

carita rara

tenia la cara de una consistencia extraña. cuando se reía, se hacia más evidente. no era precisamente gelatina, era barbotina, que es un estado de la arcilla con una alta proporción de agua. éramos un pequeño grupo, una clase de solo cinco estudiantes intentando hacer un bachillerato de arquitectura y a pesar de esa súper intimidad que teníamos, a alguien se le había ocurrido ponerle un mote a una compañera. ella, por supuesto, lo desconocía. cada día que pasaba yo estaba mas pendiente de los temblores del rostro de barbotina . me impresionaba la puntería con la que había sido bautizada. era una buena chica, un poco superficial y muy aplicada. su socia en el estudio, también su detractora, era trompetista profesional. el grupo se completaba con mi novio, una institución que siempre me acompañaba en cada curso del secundario, que además era estrella de un equipo de fútbol profesional y muy habilidoso a la hora de dibujar proyecciones complicadas. el quinto miembro era un ser por demás extraño y precioso. una suerte de lord inglés, con modales afectados, estatura y elegancia. llevaba unos anteojos ahumados en gamas de marrón y aspiraba a convertirse en taquígrafo del parlamento. era una opción extraña en aquellos días, pero era su sueño. era casi como querer ser almirante en bolivia. fuera del aula, todos teníamos otra vida. una vida fuera del ambiente del estudio. pero barbotina se dedicaba únicamente a estudiar. lo de ella eran los ejercicios pendientes de matemáticas o algún tipo de perspectiva caprichosa de esas que nos mandaba a hacer, cuando el aburrimiento lo ganaba, el profesor marmota. cuando nos reencontrábamos un lunes, el compañero extraño y amable nos contaba su viaje de fin de semana a su pueblo natal, un sitio perdido en la costa oeste. casi nunca charlábamos del resultado del fútbol pero casi siempre del lugar donde la trompetista había actuado con la banda musical de la municipalidad. de lo que hablaba barbotina, era de los ejercicios que había logrado dominar en el fin de semana. eran el eje de su vida. como estudiantes, no pasábamos como superdotados. teníamos buenos promedios pero nada para aplaudir. éramos una banda de medio pelo. a pesar de su dedicación, barbotina no era la mejor alumna del grupo. era una del medio. medio en el medio pelo. nunca me atreví a preguntarle si pensaba seguir estudiando, ir a la facultad. tenía la sensación que su esfuerzo por llegar hasta allí y ser parte de nuestro grupo, consumía todas sus energías y perspectivas. a pesar de mi baja vocación estudiantil, fui la única que me fui a la capital a hacer una carrera. mi novio se hizo aventurero y se accidentó piloteando aviones en el mediterráneo. la trompetista siguió soplando su instrumento favorito hasta el día de hoy que lidera la banda y el compañero extraño logró que se votara un parlamento después de trece años y se convirtió en taquígrafo como soñaba. de barbotina, ni noticias.