martes, septiembre 25, 2012

vuelve mrs. robinson

él es algo así como un maestro del make up. un súper dotado de la simulación. pocos lograrían esa sutileza en un efecto especial. el problema, es que sus clientes, tal vez sea mejor usar el eufemismo “alumnos” o “fieles discípulos”, creen que el proceso, simple capa con algo de brillo como un esmalte de uñas, es más profundo y elevado de lo que realmente puede ser. no se trata de lobotomía sino de un sencillo recubrimiento que distrae pero no evita la profunda ignorancia. tal vez, la falta de originalidad del maestro los conduce a todos a una misma trampa de autores, citas, conceptos. la condena es repetirse por lo alto y lo bajo, reproducirse ad infinitum como siluetas de cartón pintado sin mayor color o contraste. repetidores de fórmulas, cortadas como por un sastre que está incapacitado para usar otro molde. pero no importa, en el mercado del ego, nadie será crítico. todos se sentirán singulares y mostraran sus hazañas en el barrio, dejando atónitos a los vecinos mientras riegan el jardín o pasean al perro de aguas. no importará nada porque estarán protegidos por una inmunidad superior, la que les otorga un determinado poder. esforzados héroes del mañana, cultores de las batallas ganadas en el pasado, escupidores de frases de un origen dudoso pero un carisma fundamental, griegos truchos y romanos inconfesables, siempre dispuestos a una nueva odisea, a un baile de máscaras, a una fiesta en beneficio de un niño que perdió un ojo tirando cohetes. no habrá quien separe, lo crudo de lo cocido. no habrá manera de seleccionar. todo será una mansa informe y sin sentido, con el fin de impresionar. tal vez alguno, en una noche aciaga, mientras ensaya con sayo ajeno, sentirá tal vez una cosquilla, una sensación extraña en el estómago, una brizna de duda sobre la necesidad de hacer una trampa que posiblemente, ya hizo en el liceo.