domingo, noviembre 18, 2012

democracia circular

lo mismo de siempre. buscar un hombre trémulo, desgarbado, deprimido o conflictuado. seleccionarlo entre miles que circulan por la ciudad. darle comida, cobijo, discos, abrazos y sexo. hacer chocolate caliente, cocinar pasta y escuchar sus historias. dormir abrazada de ese espectro por varios meses, volver a escuchar sus dolores. ir por una torta gallega y un brazo de gitano. si es necesario, buscar un gato para que lo mire todo el día con franca admiración. elegir una buena rumba para que despierte con el sonido del guitarrón y goce de caricias interminables. darle la habitación más luminosa para que pase ahí todo el día, dedicado a leer, escuchar música o llorar. hacerle una y otra vez masajes. besarle algunas veces los pies. mantenerlo por varios años hasta que logre abandonar la ropa oscura y gane peso. pronunciar su nombre con dulzura. apretarlo por la calle alguna noche, como si fuera un amante desconocido. tal vez un día, a la luz del ejercicio y la comida el hombre al fin empiece a andar ergido, a prender un cigarro con gesto seductor, a mandarse una risotada del fondo mismo de la panza. en ese momento, estará listo para irse a los brazos de una tonta insegura, deprimida o controladora que tenga un limón en el fondo del refrigerador y le de al fin, todo lo que necesita para ser feliz.