miércoles, octubre 22, 2008

la ciudad de los besos

¿lo puse aquí alguna vez ? amo la ropa limpia. no sé porque pero la ropa de algodón recién lavada me pone en sintonía con un estado de gracia del alma. una montaña de ropa tibia y perfumada puede ser tan buena como el manjar del día, algo tan mágico como cuando el pájaro negro sale de su rama habitual de las nueve de la mañana y se asoma a mi ventana con ese aire familiar, el de un amigo con derecho a entrar sin golpear la puerta. es tan linda la ropa recién lavada como entrar al bar en el momento que empieza a sonar mi canción favorita de ruffus. parecido al momento en que el sol se pone oblicuo sobre el río de la plata y un barco verde de carga atraviesa el canal con un apuro tardío. casi como cuando veo la silueta de un hombre de espuma de afeitar que corre por el camino frente al valle. tal vez sea tan buena como cuando iba a comprar alimento para gatos en aquella veterinaria y me atendía el clon de johnny deep. igual que ponerme el buzo amarillo de lana inglés que alguien me regalo y se me adhería a la piel con una suavidad insospechada. debería ser como si todo el tiempo el mundo oliera a caramelo recién hecho y pudieramos caminar todo el tiempo sin parar por la ciudad de los besos.