sábado, julio 22, 2006

romántica

cuando se acercó a la barra, él estaba sentado ahí hacia bastante rato. había llegado temprano, seguramente para reconocer el terreno antes de la cita. la cita a ciegas que habían acordado una semana antes. ella quedó sorprendida por lo guapo que era. no se lo había imaginado lindo y era muy lindo, una sonrisa enorme con unos dientes brillantes, un gesto cálido y distendido y el pelo rubio cortado ralo que le quedaba sensacional. ella sintió que no estaba vestida para la circunstancia. apenas había salido del trabajo con un poco de maquillaje y la cara de cansancio de todo el día sin demasiado disimulo. como si los clientes del estudio y sus dramas familiares estuvieran todos colgados de cada uno de sus pelos y tejidos en cada uno de los hilos de su sacón verde olilva. no estaba lista pero estaba ahí, ya lo había saludado y ahora no podia dar vuelta atrás. estaba tan shockeada por su belleza que casi no se dio cuenta que no tenia manos. ni codos, ni antebrazos. todo empezaba y terminaba en los hombros que se veían muy bien desde la penumbra del bar. él se manejaba con soltura, la chica detrás de la barra le había servido una copa con sorbito que le quedaba muy cómoda y cuando le ofreció un trago se las ingenió para que ella no notara nada extraño. charlaron de alguna cosa, ella trató de ser más o menos entretenida pero se sentía muy insegura. él estaba a sus anchas sin demostrar la más mínima timidez. tenía ganas de llevarla a otro sitio, según le anunció, una fiesta de amigos en una terraza cercana. estaremos más cómodos - fue su argumento - y la música será mucho mejor. era una buena propuesta así que ella apuró el trago y se declaró lista. entonces él sin perder la sonrisa, zambulló los labios en el bolsillo de la camisa, extrajo una tarjeta de crédito, se la pasó a la chica del bar y en minutos había firmado, usando una lapicera con la boca, el boucher. en ese momento, ella deseó que, alguna vez, pudiera apretarla fuerte entre las piernas, cuando tuviera ganas de llorar.

sábado, julio 15, 2006

soy cool

circula entre las chicas vestido como jamiroquai hace diez años. un aire que pretende ser entre británico y grunge aunque no le va con el cuerpo ni con la actitud ni con la panza de bebé coronada por dos tetillas evidentes no muy atractivas. tendrá treinta años tal vez. pantalones finitos príncipe de gales en tonos amarillentos, unas motas atadas en una coleta casual, camiseta de tejido de nylon brillante y una camperita marrón fina con las obligatorias franjas roja y celeste. en los pies, zapatillas a florcitas tipo tenis. en la testa, un sombrerito de paño con ala, corona de un falso cool. apenas le calza, así como le chingan los pantalones, le arrastran los bajos, le caen los hombros. pero que cool. con esta cara de tonto seré mas cool todavía. camina con aire concentrado hasta el tarjetero del boliche. pesca al azar, una serie de las peores postales gratis del universo : las uruguayas. las guarda con celo en el bolsillo trasero del pantalón. una gran cantidad. como si tuviera que alimentar una salamandra hambrienta fabricada en la misma biafra. vuelve con un gesto entre divertido y displicente, mientras disimula su esfuerzo por ser cool. después se las ingeniará para dar unos abrazos cool a sus amigas. una versión del abrazo de oso, ideal para gente que esta vinculada. tocarse mucho con los amigos. hacer una especie de pantomima del amor filial en publico. para esto es recomendable aletear los brazos al sol cayendo después sobre los hombros del otro con total pesadez y unir la cara al pecho del amigo en señal de que amigos cool que somos.

martes, julio 11, 2006

vacaciones en ny

cuando se despertó estaba en la cama con forest whitaker. el departamento estaba en alguna parte de brooklyn en un edificio de pocos pisos, tenia ladrillos a la vista y un cierto aire antiguo. recorrió la habitación con la mirada y se encontró con la peluca fluorescente con la que había salido a bailar a un antro, la noche anterior. no reconocía a su acompañante y no recordaba el momento en que lo había abordado, si es que lo había hecho en algún momento. no imaginaba cual podría haber sido el periplo hasta aquella espaciosa cama. de pronto escuchó un chistido y reconoció a su amiga magdalena detrás de la puerta, en bombachas y con una peluca rasta. se hicieron unas señas en el lenguaje de los sordos, al borde de la risa. se arrastró por la habitación y recupero los zapatos y la peluca, el resto de la ropa había permanecido en su cuerpo. salió en puntillas. en el living el panorama le resultó mas extraño aun. una serie de botellas apiladas frente a un enorme televisor de los cincuentas, enchapado en raíz y empotrado en una generosa biblioteca con libros en varias lenguas. en un sofá dormía otro tipo negro al que le faltaban la camisa y los pantalones. magdalena, vestida con una mínima minifalda de látex tenía el aspecto de una prostituta portorriqueña en una película de clase b. olvidó por un momento sus modales del british y se lanzó a revisar la billetera del desconocido. usando el índice y el medio saco dos billetes de cien dólares y se los enterró en el generoso escote. después abrieron la puerta y se marcharon.