domingo, marzo 20, 2005

obreritas del amor

habían empezado el juego cuando volvían juntas, en ómnibus, desde la fábrica en la que trabajaban. esta tarde, marisela y sandra regresaban a casa después de ser enviadas al seguro de paro. no sabían si habría un trabajo por delante pero tampoco pensaban mucho en eso. las dos se habían estado maquillando en el vestuario de la fábrica como para ir a un baile. sabían que volverían a hacerlo esa misma tarde. el juego consistía en sentarse en asientos separados, en lo posible una delante de la otra, como dos desconocidas. cuando el ómnibus paraba cada una elegía un sujeto que estuviera en la vereda y le lanzaba una mirada, la más obscena que lograra mandarle. sin reírse porque con la risa se perdían los puntos. si el tipo se subía al ómnibus, eran cien puntos. si hacía una seña invitándola a bajar eran cuarenta. si se hacía el desentendido era puto, es decir cero punto.