miércoles, enero 02, 2013

little monster

en otra mesa, la del rincón junto a la ventana, están esos dos, manteniendo una conversación al final de la tarde. ella es más alta, tiene el rostro surcado por el cansancio, una blusa violeta y una pequeña libreta entre los dedos. él es más bien bajo, tiene más de sesenta, llegó después y trae un ipad que no puede dejar de consultar. apenas saluda se inicia una conversación que él interrumpe cuando salta hacia la barra a preguntar por la contraseña para conectarse a internet y pide un café. están haciendo un repaso de acciones que no logro escuchar gracias a la distancia y el ruido del lugar, que está lleno de turistas gringos provenientes de un crucero que comen paninos de jamón cocido y lechuga. los dos hablan en español y gesticulan un poco. él no puede dejar de mirar su artefacto, incluso interrumpe la conversación para charlar, a pesar del ruido, con alguien que está más allá. mientras tanto, ella se distrae en su libreta, mira hacia afuera con cierta resignación. la tarde transcurre bella en esa parte de la ciudad mientras él sonríe a la persona con la que está hablando pese a la distancia. por momentos levanta el aparato y lo acerca a la oreja, en un vano intento por enterarse de lo que le dicen desde el otro lado. su acompañante eventual, observa al resto del público del café con indisimulado pudor. él insiste en mantener la charla y hacer comentarios condescendientes a la distancia, inclina la cabeza en señal de aprobación que tal vez no pueda percibir su contraparte electrónica. cuando corta la comunicación, se dedica a llamar por móvil y conversar con extremada amabilidad con otra persona. mientras, continúan los despojos de la conversación con la mujer que lo escucha con paciencia. vuelve a poner su atención en la pantalla del ipad o en el teclado del celular mientras ella pierde la vista en el contexto. así transcurre la primera hora del encuentro que registro desde mi lugar. veo la cara de ella, aburrida, mientras revisa los detalles de la decoración que la circuandan. él habla a veces directamente, a veces con el teléfono en la mano, otras veces interrumpiendo la lectura de su pantalla portátil. cuando me levanto para irme, me acerco a la mesa con la excusa de colocar unos diarios en el librero cuando él le dispara : “él único que me habla bien de ti, es gonzalo “.