volvemos de una función de pésimo teatro en el pueblo. tocaron las doce en el campanario de la iglesia. La guaga se pierde en medio de aquella interminable guardia de honor de palmeras que plantaron por orden del poeta y el dictador. me tomas la mano y me invitas a bajarnos en el medio del camino. te sigo, descalza, caminando por la tierra arada bajo el cielo del caribe. me besas y te fumas un porro. llevo en la mano mis zapatos verde loro con punta. el techo esta estrelladísimo y marchamos solos por esa alfombra negra, blanda y tibia enterrándonos las lenguas de cuando en cuando. el silencio del campo y la oscuridad son un manto cálido y perfumado que nos alberga en ese lugar exótico y cotidiano.
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