lunes, enero 24, 2005

por un puñado de adrenalina

en bicicleta uno elige siempre los mejores caminos según su conveniencia. los caminos más sombreados, los caminos en bajada, los más lisos, los más arbolados, los más claros. mi camino favorito es uno que es tan liso y sereno que me deja ir hasta el mar sin tener que frenar en ningún momento. durante años tuve una bicicleta heredada, roja y clásica con la que iba a la playa aun en invierno a zambullirme en el agua helada y también a ver como el sol se enterraba en el horizonte. ese camino perfecto tenia dos variantes, el más plano y el más vertiginoso. el segundo tiene una caída tan pronunciada que si vas en un auto no hay mas que ponerle punto muerto para que se desplace seis kilómetros solo con la inercia. lo sé porque más de una vez tiré un viejo fusca sin nafta por esa pendiente. en esos días de abulia de pueblo en los que te agobia el silencio y necesitas que el corazón se acelere aunque sea unos minutos, tomaba el camino de la gran bajada. hacia él me dirigía aquella tarde serena y soleada. como era a la hora de la siesta no había nadie en la calle, ni autos, ni motos, ni bicicletas, ni transeúntes. solo viajábamos sin parar yo, mi bólido rojo y la inyección de adrenalina lista para ingresar en la sangre. aún no me había accidentado en la bicicleta pero intuía que un golpe contra el asfalto generoso era algo que tenía que evitar. manejaba concentrada, mirando para adelante cuando un auto rojo, piloteado por un anciano pasó a toda velocidad a solo milímetros de mi bicicleta. por unos segundos perdí el equilibrio pero gracias a un milagroso reflejo logré dominar el vehículo. entonces salí tras de él, que descansaba impune, en el semáforo. estaba furiosa y solo quería insultarlo hasta que se avergonzara de manejar tan mal. me estacioné del lado del conductor, que viajaba solo. tenía la ventanilla abierta, lista para recibir mis demandas. giró la cabeza y me miró con inocencia. el hombre que casi me atropella era astor piazzola. reblandecida, le dediqué mi sonrisa más encantadora. él, con cierto pudor inclinó la cabeza, arrancó con la luz verde y desapareció.

6 comentarios:

Rebecca Milans dijo...

el semáforo no esta en la playa, esta antes de la pendiente en una esquina de dos avenidas, un sitio donde se cruzan rooselvelt ( supongo que teodoro, quien ademas de dedicarse a la politica y el imperialismo le dio su apodo a un osito de peluche) con francisco acuña de figueroa que ademas de ser el autor de la letra del himno nacional tuvo la libertad de escribir la " apolagia del carajo " ¿ se imagina que tipo de charla podrian mantener esos dos si tuvieran sendos blogs ?

ahora que me lo recuerda, tuve una bicicletita a los cuatro que tenia un rodado 8 o 6, algo diminuto, como para que la usara un perro por la altura y tambien era roja ! en ese momento era evidente que mis padres no tenian la mas minima esperanza que me crecieran las piernas más allá de los veinte centímetros pero pude decepcionarlos en un corto plazo y al verano siguiente la bici ya era parte de la historia

Natalia Mardero dijo...

Estoy por comprarme una bici. Ahora se suma que quiero encontrarme con celebridades en los semáforos.

sigmur dijo...

FAF también hizo la letra del himno chileno; de hecho era un laburante de la pluma.

Recuerdo una gran bajada en el arroyo de Parque del Plata, cerca de la ruta; la pendiente se acentuaba llegando al agua y era imposible mantener el lado de adentro de la curva cuando finalmente el camino doblaba 90 grados para seguir paralelo al arroyo, así que además de evitar el chapuzón y la pérdida del rodado (un 16 en mi caso, también roja, Ondina) había que cruzar los dedos, mentalmente, sin soltar el manubrio, para que no viniera ningún auto del otro lado.

Rebecca Milans dijo...

dicen que los autos rojos tienen mas siniestros - en la jerga de los aseguradores - que los de otros colores ¿ acaso los que tuvimos bicicleta roja somos por esta razon mas imprudentes ?

Anónimo dijo...

mi bici también era roja y acabo de acordarme que eso me daba placer. también me gustaban las ruedas patonas y esa especie de v(b?)isagra que permitía que se doblara al medio para llevarla de vacaciones (grazziella por supuesto).

edilberto aldan dijo...

Mi bicicleta era naranja, con ella me animaba a trasgredir diariamente las fronteras del reino que fue mi infancia, las calles de las colonias que recorría montado en mi sueño, dejando que la calle me dirigiera... a Piazzolla, bueno a Piazzolla me lo encontré en una sala de concierto, habló poco y a la audiencia.
Gracias por la estampa