sábado, junio 25, 2005

hijos de la culpa

se instala de noche, bajo la ochava de la casa de fotografía. en el piso extiende, sobre una tela negra, los mejores ejemplares de su botín. varios juguetes grandes, coloridos y relucientes, fruto de más de un robo a niños adinerados. hijos de padres culposos, hijos de divorciados, hijos de padres infantiles, hijos de obsesos y coleccionistas. hijos de abusadores. son los que alimentan el negocio del dealer menos carismático de la cuadra. en el corazón de la ciudad vieja, en el epicentro de la ronda nocturna y la joda, acurrucado y sucio, espera el vendedor de juguetes robados. como la parte mas perversa de un universo que lo ha perdido todo. no hay piedad ni para los niños. desde ese extraño rincón espera a los borrachos que quieren seducir a una chica comprándole un robot que se parece a ellos o un jet de luces multicolores a falta de dinero para pasearla en un avión real. cuando algún desconsolado deambula, al final de la noche, sin amor, sin sexo ni abrigo, siempre podrá llevarse a casa un autito majorette a buen precio y así revivir aquella infancia perdida. el vendedor de la ochava come en piso, con las piernas dobladas, en cuclillas, un pedazo de grasienta milanesa al pan envuelta con papel gris. sus tesoros brillan más que su figura y disimulan, de algún modo, su indignidad.

9 comentarios:

Natalia Mardero dijo...

Me encantó lo del perrito con camiseta!!!

Rebecca Milans dijo...

espero que no lo hagas en casa con cierta mascota que aprecio mucho !!!

La libelula dijo...

envuelta en un papel gris ....y me puse a llorar....................

Sparhawk dijo...

Precioso y triste el cuento, aparte de ser un pantallazo de una realidad cotidiana.

Luis

Tomás Eastman dijo...

Cruella de Ville es un poroto al lado suyo. Salga de la ciudad vieja. Venga con nosotros al campo
salute

LAMORT dijo...

...Este es un buen Blog.

Felicitaciones.

Rebecca Milans dijo...

creo que la proxima vez que vea al vendedor un sabado de noche le comprare alguno de esos bolidos que vende a diez pesos, solo para que no digan que soy un monstruo !

pm dijo...

Escritura perfecta, sin fisuras.
Aún así un gélido dolor se mezcla con los colores de tus letras...
Me pregunto ¿cuál será el lugar por donde aparezca la ternura en tus escenarios?

Anónimo dijo...

¡Qué mirada! Qué envidia che.
lamaga