martes, diciembre 26, 2006

la navidad de sultan

el padre de familia elige con sus dos pequeños hijos las bombas que explotaran en el jardín trasero de su casa de suburbio la nochebuena. frente al negocio improvisado que se instalo en la peatonal frente a la plaza los tres observan extasiados todas las formas posibles de contener pólvora. el padre señala los modelos de explosivo con el dedo y consulta sobre precios y estilos. los niños apenas distinguen entre los colores brillantes de los envoltorios parecidos a los de las golosinas. los vendedores quisieran ser, por esa única noche, pulpos, para poder guardar más rápidamente todos los billetes que se acercan a sus bolsillos. poco les importa si alguno de sus proyectiles en su ascenso hacia el infinito se lleva el dedo de un niño o el ojo de una vecina desprevenida. todo sea por el amor a los petardos. ese momento mágico en el que todo explota y varios quedan con la boca abierta y el pan dulce a medio masticar. ya habrá un día después, las sobras, la basura amontonada en el jardín, los niños con la panza hinchada, la esposa con malhumor fregando los trastos y el perro intoxicado rumbo a la veterinaria.

3 comentarios:

Von dijo...

Adonde han ido a parar los viejos traques, alias "Pedito de vieja"?

el replicante dislèxico dijo...

Es que hay algo , algo tan , tan , no se como decirlo en ver explotar cosas... pero claro , a mi solo me dejaban usar luces de bengala.
(luces de bengala apestan)

Anónimo dijo...

Ah...los traques. Pasaron siglos. ¿Pedito de vieja? Ja...ja...

Detesto los cuetes, los fuegos artificiales, la pólvora...¡Ufa! Por suerte ya pasó todo.