a efectos de un mejor estudio, lo observo tumbado. de cúbito ventral se ve como una mancha oscura, como una sombra dibujada por un grabador obsesivo del siglo doce. miles de rayas finas que se mezclan en diferentes direcciones de un lado al otro y delinean las piernas, los muslos y los glúteos. al tacto, es suave y cálido. solo la espalda carece de pelo o plumas en este mamífero perfecto que se extiende por un metro y ochenta centímetros, domina la pelota con la pierna derecha y escribe con la mano izquierda. cada pliegue tiene una intención angular, una punta filosa cubierta de hueso y piel. respira con suavidad y duerme en silencio, profundamente. este pitecántropo erecto de ojos oscuros y ángulos pronunciados circula sostenido por dos piernas, consume vegetales y absorbe cerveza negra. contiene algunas emociones, las guarda, las protege bajo la piel seguramente para preservarlas del frío del invierno. acostumbrado a las cavernas, guardó un par de aletas de sus épocas de anfibio plegadas y disimuladas en la parte superior de la espalda. también ocultó los rastros de su cola en una pequeña protuberancia por la zona del cóccix apenas perceptible al tacto. estoy ante la versión humana de una navaja suiza, con múltiples recursos plegados al cuerpo principal, de efecto y utilidad insospechada.
miércoles, mayo 23, 2007
lunes, mayo 14, 2007
cincuenta metros perfectos
la esquina de conde frente a la catedral tiene un negocio que se llama café conde. vendría a ser el equivalente a la biela en buenos aires pero con mesas de plástico en la terraza exterior. un sitio de culto en el que se reúnen todos los modelos humanos posibles del casco urbano. adentro, junto a la barra se amontona la gente que quiere comer un sándwich y hacer del desayuno del domingo una tertulia lenta y encantadora. yo vengo por el café de siempre, el santo domingo ningún otro me puede proveer tanta felicidad. huele fuerte como una patada inesperada en el medio de la canilla. se puede tomar a sorbos breves y dejar reposar ese final amargo y tostado en el fondo de la lengua. en la vereda pasa un mulato que vende un aro para hacer pompas de jabón. si no fuera por las restricciones aéreas me llevaba un montón para regalar a mis amigos. falta una hora para el mediodía pero las campanadas de la catedral entrenan de todos modos a un grupo de palomas grises de plaza, clásicas pero mas pequeñas que las del sur, en esa vuelta tradicional alrededor del espacio antes de desaparecer en el patio de la iglesia. un truco para arrastrar a los fieles a la misa que seguramente dios recompensa con una porción extra de migas de pan dadas por un batallón de ancianas caritativas en un sitio que no queda a la vista del publico. se hizo tarde y no podré visitar el negocio de las japonesas que hacen las uñas, una pena porque mis pies merecían un esmalte mas claro, tal vez un fucsia pero no importa, usare botas. anoto en mi mente posibles actividades para la próxima vez, seguramente repetiré mis incursiones a la peluquería del numero 156, el salón jeannite con sus peluqueros jovencísimos que bailotean hits de marley entre miles de apliques de pelo sintético y lacio. en un sitio como este es difícil que alguien necesite mucho más para ser feliz.
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sábado, mayo 12, 2007
san antonio
a las seis de la tarde lo vi subir la esclarea. soy un mentiroso, yo miento, había dicho un par de días atrás. esa declaración, tan clásica y al mismo tiempo infrecuente en la boca de un hombre me causaba un gran alivio. no tenia intención de impresionar y no quería ocultar los hilos de su seducción. por el camino había levantado a una chica que hacia auto-stop. como siempre, se manejaba como un tipo que nunca pierde la oportunidad para llevarse algo puesto. por una razón inexplicable, la bajó en el medio del camino. quizás este cuento era una forma galante de decirme que me había venido a ver, por segunda vez en menos de cuarenta y ocho horas y que había dejado un par de opciones de carne fácil en el camino. a pesar de sus conversaciones simples y explicitas en muchos casos, usaba formas poéticas de decirme algunas cosas. a mi también me costaba acercarme, invitarlo, introducirlo en algún aspecto de mi vida. algunas veces nos dábamos grandes libertades cuando estábamos juntos, pero previamente, había como una especie de danza del imposible que debíamos bailar de a uno, con obstáculos colocados sabiamente, de manera que se pagaran posibles culpas por el simple hecho de vernos. a pesar del paso del tiempo seguía existiendo un hilo fino, transparente, invisible y tenso entre los dos. se trataba de una atadura rara y magistral que no habíamos hecho a propósito hacia algún tiempo. él se iba poniendo viejo y encantador, con esa timidez gigante y al mismo tiempo desafiante para mí. ya no era un reto como antes, una jugada al 24 con los ojos vendados y la fila enorme de fichas encima del paño. tenerlo enfrente no me hacia temblar las rodillas ni sonrojar. nuestra relación estaba empezando a ser como ese sol de las seis y media de la tarde de otoño, un poco inclinado, un poco decadente, un poco tenue pero maravilloso.
miércoles, abril 25, 2007
deja el tabú, el huevo es salud
aunque no lo crean estoy usando la cafetera del cuarto del hotel. yo, la que no hace café nunca en su vida (siempre hay alguien dispuesto a servírmelo) estoy filtrando café de tarde, de noche, a cualquier hora. consumo una especialidad local, pero con un toque arábigo que me tiene totalmente loca. el olor del café en esta parte de la tierra es capaz de cambiarle el humor a cualquiera, aun cuando el taxista se pierda en menos de dos cuadras y se ponga a conversar con un colega por celular y su taxi avance diez kilómetros por la ciudad para estacionarse en una trancadera, tal como le dicen aquí a los embotellamientos del transito. el domingo me fui caminando sola hasta la parte vieja de la ciudad y me quede sentada en la parte trasera de una iglesia donde estaban cantando un coro y un pastor a toda maquina. con mi botellita de agua me instale bajo la sombra de un árbol añejo y disfrute del repertorio completo de la misa que tenia aires de rock progresivo de principios de los setentas. las canciones parecían no terminar nunca, a veces decaían pero el coro mantenía una retórica especial con el pastor hasta hacerlas arrancar otra vez. solo el podía darle el fin con un contundente: amen! el pastor era el rey del swing, no le vi la cara pero me lo imagine, con un traje brilloso balanceándose frente al coro de ángeles. el calor aun no arreciaba bajo el árbol de doscientos años, a unos pasos de la avenida george washington y si bien me anunciaron al aire pegajoso no me resulto tan incomodo. me fui después de escuchar el hit “el pecado “y un tema cantado con aires sexy “el es mi redentor “. guau, cuanta sensualidad en esa iglesia. creo que es parte de lo que hay en todos lados. aquí los piropos abundan, no me cruzo con ningún tipo que se quede callado. pero lo hacen por lo bajo, con suavidad y estilo. las viejas sacan paraguas negros para protegerse del sol y disfruto del reencuentro con este viejo y nuevo amor .
miércoles, abril 04, 2007
serenisima
desde hace algun tiempo decidí transformarme en lo que nunca quise ser. una forma sencilla y económica de combatir el hastío en el término medio de la vida. uno siempre conoce tan bien lo que no quiere ser que hasta se olvida de ser. analicé varios modelos en pos de encontrar el que pudiera conformarme mejor y ahi descubrí a la princesa. este tipo de mujer, que no detenta título nobiliario, se comporta como tal y obliga casi sin querer a que todos los demás sean de alguna manera, sus súbditos. por ejemplo si un hombre lleva a la princesa a la pasiva a por unos panchos en un empuje masculino de barbarismo la aludida sabrá comportarse debidamente ante el populacho. al fin, es la princesa. aunque haya concurrido al local desde su mas tierna infancia con su familia o incluso con anteriores parejas, con amigas o con aquella promitente a suegra millonaria y obesa que le hacia honores a a las húngaras con mayonesa, para la princesa siempre será la primera vez. la princesa conoce a los botones del ritz y como está en la pasiva no saludará nunca al mozo que la ve hace treinta años, en todo caso preguntará con sorpresa donde es el tocador aunque aun quede un antiguo graffiti de su autoría en la puerta : male y alejo. actuará hasta irse como una recién llegada. antes de abandonar mi aspecto de sapo para convertirme en princesa apócrifa tenía una mala imagen de estas mujeres de zapatito blanco en toda ocasión. ahora las miro con otro respeto.es muy sacrificado tener un vocabulario que contiene en vez de expresar, un vestuario que aprieta en vez de liberar, unos zapatos que se manchan a un ritmo vertiginoso. porque no hay un rolls royce en la puerta, ni un chofer con sombrilla, ni una alfombra para evitar los charcos. el mundo real no se diseñó para que una sea la princesa y cada detalle de la vida moderna te lo expresa. en el rostro de la princesa siempre debe haber un cierto dejo de insatisfacción sutil, chiquito, pero permanente. su sonrisa deberá estar pintada con el color labial de la resignación. si una amiga o un pariente tienen un bebé e insisten que la princesa lo alce a pesar de su impoluta vestimenta, ella lo hará como si se tratara de un niño africano ante una maraña de fotógrafos. solo un ratito, lo suficiente para sonreir y salir en la foto. y al separar a la criatura de su flamante traje, ahora sucio, disimulará su enfado con otra sonrisa posada. en ese dulce gesto esta la grandeza de una falsa princesa.
jueves, marzo 22, 2007
el robot, el tonto y la sicopata
aquellos días se preguntaba que lo había alejado de su temprana vocación para la comedia. había hecho un par de malas opciones, algún pequeño traspié como aquel que lo había sentado por ocho meses en el estudio de una sicóloga totalmente chalada que lo acosaba por teléfono para que le prestara los libros que estaba leyendo y se las ingeniaba para no cobrarle. aquella extraña mujer se inmiscuía en sus negocios y le pasaba dos por tres datos confidenciales de terceros desde un hall de distribución rodeado de tres o cuatro ambientes semidestruidos en los que el revoque caía en pedazos que eran alegremente recibidos por alfombras hechas de trozos de nylon transparente. una profesional que como personaje que no tendría cabida mas que en un flm de david lynch o en uno de tim burton. aparentemente era una eminencia pero no le quedaba muy claro en que rama. otro error involuntario había sido sentarse en aquel sillón de la bolsa de valores esperando el inicio de un seminario y terminar a los pocos minutos en una reunión de subsuelo entre funcionarios estatales y empresarios en la que se hablaba de contenedores, fraudes y scanners aduaneros. debía incluir en la lista el encuentro con aquel ser absolutamente imbécil y pagado de si mismo que se creía un autentico genio de la literatura. cuatro horas de su vida intentando perdonarse por haber propiciado aquel exótico encuentro que seguramente, no sería el último. no había podido sincerarse con el sujeto y decirle que no era el personaje que estaba buscando y nunca lo sería. había cometido toda clase de dislates solo por el gusto de contarlo después pero sentía que se pasaba de la raya. quizás la falta de nuevas aventuras, opciones, personajes, le hacían caer en este elenco deslucido y patético. esa tarde caminó por la calle ponce y se subió a un taxi conducido por un japonés de unos cincuenta años. seguramente – pensó – este es un ex ingeniero de la sony que fue sustituido por un robot.
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