miércoles, agosto 10, 2005

los rosales de la memoria

mientras el taxi se acercaba, veíamos la explanada de la entrada cubierta de sillones bkf de lona amarilla que parecían un ejercito de mariposas gigantes en una hora de descanso. era una mañana brumosa, como tantas, en aquella zona extraña con un microclima que contradecía las bondades caribeñas de la temperatura de la isla. hacía diez años que no pisábamos aquel sitio pero todo tenia un color familiar. quedamos paradas allí, en aquel sitio que nos había alojado y hecho amigas también. la misma sensación de ser locatarias y extranjeras que siempre habíamos tenido, ahora nos volvía a invadir. los árboles de la entrada, que alguna vez habían plantado en nuestra presencia y significaban la unión de tres continentes, estaban gigantescos. de repente paso la telefonista, chancleteando como de costumbre y nos saludo como si nos hubiera dejado de ver anoche. aquella mujer que mas que una cabina atendía un club adonde la gente iba a compartir sus penas y también a recibir la alegría de comunicarse con sus parientes en el exterior. aquel sitio donde había migas, termo y a veces cartas españolas para pasar el tiempo. donde la conversación era la moneda de cambio. ahí estábamos, aun sorprendidas cuando paso un anciano que me llevo del brazo hasta un sector del jardín del edificio. se detuvo frente a un matorral de rosas y me dijo : esta es la matica que planto usted. busqué un rato en la memoria, le agradecí el gesto y me quedé pensando toda la tarde, revolviendo en cada cajón del olvido sin encontrar absolutamente nada.

4 comentarios:

unsologato dijo...

Te dejo una rosa incendiaria...
Lindo, che!!!

Saludo felino!!!

Don Mario dijo...

Quizá no se refería a las rosas físicas, quizá plantaste un rosal en el corazón de alguien.

Tomás Eastman dijo...

Lo leí y me dió calor
Este..
Que plantitas anda plantando por ahí?
Ojo.

Rebecca Milans dijo...

eran rosas, muchisimas rosas en una planta gigante, de diez años que trepaba por la pared y se perdia en el techo