jueves, mayo 23, 2013

un dios accidental

soy una boxeadora con la cara ensangrentada. en alguna parte, una viola y tres violines tocan: “de mí” y todo el vacío desaparece y el alma se rellena de algo imperceptible y gozoso. soy como un san sebastián después de las flechas. tengo tu amistad. estoy aprendiendo, un poco a los golpes pero... ¿qué otra alternativa me queda? me siento bastante honrada. llena de cosas de otros, de cosas buenas. de la parte buena de los otros. también me resultas un desafío. me encanta caminar contigo, contarnos chismes y hacernos algunas bromas. la plaza enorme se hace pequeña cuando tienes alguien con quien reírte. hay algo de farsa en todo esto y somos actores consumados. de los peores. son días hermosos, oscuros y llenos de cosas sin explicación. tenemos esta pequeña rutina nocturna de caminata. hay unas palabras para emprender, unas palabras para comprender y una promesa. la noche es una pantalla en negro y no sé con qué podría llenarse. pienso en ese dios solitario a la hora de la siesta. siempre pienso en ese pero no lo hago cuando estoy contigo. busco ese tercer anillo que garantice la fiesta interminable. pero no se trata de un catálogo, es simplemente un conjunto. algo que me siente bien. tres conversaciones, tres obsesiones. un plan sencillo. empezar al fin a entender, entrar en esa caja que parecía no existir. sin desbordar. algo de la sierra, algo del mar, algo de la ciudad. tres elementos, tres bebidas distintas. tres pares de piernas, tres ombligos, tres nucas para estudiar de cerca. voy creando un itinerario, como el de un metro que sale al suburbio y se convierte en intercontinental. es un paseo posible para el invierno, tres estaciones lejanas y tres perfumes. tal vez el plan, sea mucho más interesante que su ejecución. el plan, es como esa cena largamente planeada entre amigos, o ese viaje romántico que suena perfecto, en la teoría. mejor seguimos caminado y nos reímos de todo.

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