domingo, mayo 15, 2005

¿ interrumpo algo ?

manoteo la puerta de atrás del taxi que esta estacionado primero en la cola. en montevideo, una mampara de fibra separa el asiento del conductor del asiento para pasajeros. ¿ está libre ? creo que alguien me dice que si pero en la oscuridad no distingo si esta la bandera de libre encendida. desde los pantalones del conductor emerge una cabeza con rulos, es de la cuida coches que siempre anda borracha o de pasta por la calle. enseguida, va mi vida me dice mientras le cierra la bragueta al cliente. todo bien, respondo y me quedo cómodamente sentada y resguardada de la llovizna. el tipo me mira por el retrovisor espantado ante tanta sangre fría femenina junta. enciende el motor, su acompañante se baja con una botella en la mano y nos despide. después arrancamos rumbo a mi casa.

sábado, mayo 14, 2005

retrato

empujó la puerta de la galería con cierto recelo. era muy temprano, tal vez en una o dos horas la exposición se llenaría de gente. después de un recodo se encontró con su retrato. era demasiado grande, le dio vergüenza estar ahí, mirándose a si misma amplificada y con la piel de gallina. el estudio era amplio y la tarde demasiado fría. la cámara había registrado la piel erizada. la complicidad con el fotógrafo también había quedado estampada en el papel talbot. era claro que habían jugado, que habían probado todo el piso del estudio hasta lograr que aquella hermosa pelota roja de uso didáctico le quedara atrapada en el cuerpo de forma de elevarla. había una semi sonrisa en el rostro, un pequeño pliegue en el labio, que denunciaba la inminente carcajada. todos los pelos habían volado hacia un sitio perfecto y caían con gracia reafirmando el movimiento. sus pies, que nunca le parecían lo suficientemente chicos estaban dispuestos en dos exquisitas puntas desde donde brillaba levemente el esmalte de las uñas. sintió agradecimiento para quien había recuperado su mejor perfil. en ese instante escuchó la voz del fotógrafo, que se acercaba por el corredor principal con alguien más. se escabulló tras un biombo que estaban armando los mozos, con las copas de vino. de paso, se tomó un trago rápidamente. antes de irse, escucho el comentario de los hombres frente a su retrato ¿ te la cogiste ?por supuesto.

viernes, mayo 13, 2005

celebración

viernes. después de tres días de exilio el técnico entregó el equipo. volvió la música por fin. pongo elvis, para festejar. afuera llueve a cántaros. ella juega en el piso al hockey con una de mis vitaminas. la roja.

jueves, mayo 12, 2005

gracias herbie

había estado achuchada toda la tarde. como cansada, triste, no muy bien. pero se acordó de una promesa que le había hecho a su amigo, así que a las diez de la noche se vistió y salió otra vez. apenas vio la sonrisa de danny al entrar se dio cuenta que esa noche valdría la pena pasarla lejos de casa. entonces se instaló cerca, para darle ánimo. empezaron a desfilar amigos, algunos más que otros y el ambiente empezó a tener un poco más de color. cuando pasaba la medianoche j mayúscula se hizo cargo de la consola y empezó a pinchar sus discos. el aire se puso primero espeso, después funckeado y por último extrañamente melódico. alguien rapeó desde el bode del área, en una jugada mágica e inesperada. el público se agitó y todos levantamos las manos apoyando el gesto de audacia del solista. hubo una misteriosa comunión entre la consola, el vinilo, el cantante y el gigantesco negro a cargo de animar la noche. pura improvisación y salto al vacío. como debe ser el rap. solo unos pocos en esa cofradía armada especialmente para gozar. me rodaron lágrimas, dos gigantescas lagrimotas por las mejillas. entonces sonó la versión remixada de rockit, un hit de herbie hancok y aquello empezó a temblar. en la barra dos amantes se comían a besos en el medio del estruendo. afuera estaba ale, en su rol de mozo, tomándose los restos de las copas abandonadas por los clientes que entraban a bailar.

miércoles, mayo 11, 2005

galena errada

la doctora me habla de mi inminente muerte. las dos, estamos paradas en el medio de una montaña de personas que parlotean y siguen con su vida. yegua - pienso yo - te recibiste en una carnicería y encima te hacés la viva. ella cree que me conoce y pone cara de drama mientras me mira las orejas, parece que mis lóbulos están muy claros. me revisa las uñas como cuando revisaba cadáveres en la morgue universitaria, en sus tiempos de estudiante. todo parece tan inminente, tan certero. quizás debería hoy mismo abandonar mis lecciones de salsa nivel tres para acostarme y esperar la llegada de la huesuda. no me atrevo a decirle que, si yo voy a morirme ella está muerta hace rato. es solo un holograma que habla, una suerte de resto de highlander, no una mujer. debería decirle que estoy segura que, por las noches, se inclina dentro de un sarcófago y se cubre con arena fina. pero tengo un camino simple para vencer mi destino esta noche. me sentaré en el bar del chico que me gusta y el me servirá un desbordante trago de campari y no pensará que soy un vampiro cuando encuentre mis huellas tatuadas en su cuerpo mañana.

martes, mayo 10, 2005

sala siete

le habían advertido, las enfermeras del asilo, que el viejo vasagoda estaba en sus últimos días. que tenia una afección cardiaca y que era mejor no contradecirlo, para no llevarlo más rápido a la tumba de lo que preveía tata dios. por esa razón, por esa única razón y su irreprochable ética, era que soportaba todas las tardes los cuentos llenos de exageraciones y dislates del viejo de la cama de al lado. cuando el fabulador arrancaba, nadie podría imaginarse a donde llegaría. una simple historia a orillas de un afluente del olimar podría transportarlo a groenlandia, en el medio de una nevada y con el trineo de madera roto. el siempre había estado allí y en el peor de los casos, su sobrino enzo, que era un dechado de virtudes. para el otro, que había fundado una escuela moderna siguiendo las revolucionarias ideas varelianas, que siempre había estado al margen de cualquier falsedad, mentira o engaño, el soportar a su colega de cuarto se convertía en una odisea. algunas veces lograba meter un pequeño bocadillo en la charla, eran momentos gloriosos en los que el fabulador perdía el aire y recurría al vasito de agua en la mesita de luz. ahí se podía escuchar el comentario, siempre lógico y atinado, del maestro suárez. cuando el fabulador empezaba una historia de cría de pollos y los animales se transformaban en una banda de cóndores justicieros, el maestro recordaba su palabra empeñada a las enfermeras y sonreía. a veces los relatos rondaban la indecencia porque la línea se perdía entre tantos disparates y el narrador se detenía en el medio del camino y desafiaba a su oyente a recomponer los últimos tramos, aquellos imposibles prácticamente de reproducir por falsos. entonces suárez hacía un esfuerzo increíble por conectar todos aquellos cables sueltos, para lograr un discurso más o menos coherente. vasagoda complicaba otra vez más la historia y enredaba otra vez a su escucha para que razonara con él. una enfermera le había dicho que su vecino de cama tenía los días contados y para luchar contra la demencia senil debía ejercitarse reconstruyendo complejos relatos.