voy a disentir con la actual moda canina. no me gusta que le pongan a los perros las camisetas que, habitualmente, usan nuestros hombres. ya vimos chimpancés vestidos de gente en los setentas, en aquellos inolvidables posters de fondo colorido enmarcados sobre bastidores de madera pintados de negro mate. basta con las alusiones a nuestros machos. No quiero que esta degradante tendencia se instale en nuestra cultura occidental y cristiana. esta mañana vi a un perro con un buzo igual al de mi último novio. más allá del daño que me infligió recordarlo por veinte largos segundos, estuvo la impresión que me causó verlo en una posición humillante, haciendo en plena calle lo que preferimos hacer en privado. el parecido, era asombroso. la misma espalda, los mismos bracitos y la misma expresión de esfuerzo que él portaba en la vida. por momentos, tuve el impulso de empujar bruscamente a la acera a aquella vieja que lo tenía atado del cuello y esperaba, bolsita en mano, el fin de la deposición.
jueves, junio 23, 2005
miércoles, junio 22, 2005
me acerqué a la mesa del buffet y pesqué unas hojas de lechuga del recipiente de la ensalada verde. después estacioné en el aceite de oliva y empecé a contar las gotas. en ese momento sentí la presencia de alguien a mis espaldas.entonces giré un poco la cabeza y lo miré. estaba ahí, parado y tembloroso con un platito en la mano. lo había atrapado mirándome mientras dudaba entre los recipientes de la lechuga y el berro. el señor, sorprendido in fraganti en pensamientos que no puedo descifrar. estaba congelado, en mi espalda, con el platito vacío. estaba frágil, viejo y vulnerable, con el rostro un poco sonrojado por la situación. volví a mi plato, a mi almuerzo, a mis hojas de verde. no podía darme vuelta y decirle : maestro . contarle todo lo que su obra influyó en mi vida. lo que siempre me gustó su trabajo. no podía decirle que aunque ahora solo fuera un viejo verde, había sido mi referencia durante mucho tiempo. entonces usé un recurso para resolver el problema volviendo al universo proteico. ¿ donde está la carne ?
martes, junio 21, 2005
made in uruguay
jueves de noche, en la barra de un bar de moda. dos sujetos hablan con detalle de la faena de una chancha. uno toma vodka y el otro whisky importado. enumeran los detalles con fruición. como se segmentaron los ochocientos kilos de carne del animal, cuantas morcillas, chorizos y pedazos de pulpa se rescataron en la tarea. cuantos kilos, al fin, se obtuvieron en chicharrones. lo que más placer les da, es el volumen del trabajo, describir el cansancio de estar ahí cortando carne durante horas. éramos cinco, aclara uno. llegado un momento, hicieron una pausa para tratar el destino de la cabeza del animal, ya que nada sería desperdiciado. queso de cerdo, anunció uno sintiéndose como un personaje de guy ritchie. nada seria desperdiciado. todo iría a parar al torrente sanguíneo tarde o temprano. todo taparía alguna vez las arterias de aquellos personajes. cuando la carne dejó de ser un tema atrapante, entonces empezaron a hablar de una discoteca y lo poco que habían pagado un trago en determinada oportunidad, porque eran amigos de todo el mundo. en otro tramo, de la misma barra, un cliente le hincaba un ojo a un libro de sandor marai.
lunes, junio 20, 2005
nancy y sid scupitajus
entonces le tocó hablar a él. contó en pocas frases su vida. su éxito precoz con las mujeres. aun con las que eran mayores que él. ella no se dio por aludida, podría ser su madre pero eso, era perpendicular a la base. después, él contó su relación interminable con una chica que conoció en una noche de ácido, a la que le era sistemáticamente infiel. habló de la resignación de esta mujer, que se conformaba con lo poco que él le daba. sexo a la hora de la siesta y solo algunas veces. nada más. habló de su amor por la guitarra. al menos, quería a alguien. hasta ahí estaban las trazas de esa vida que no encontró demasiado atractivas, porque ella nunca intentaría ligarse a un tipo hablándole de otro con el que duerme. a ella, las pilas, le funcionaban un poco mejor. se dio cuenta que él no podía parar de escupir el piso mientras hablaba. eso fue definitivo. le dijo una mentira piadosa, apretó la gruesa de condones que transportaba en el bolsillo y se volvió en taxi a su casa. de no haber sido por las escupidas, hubieran amanecido juntos, pero él no se merecía ni una noche en su futón.
domingo, junio 19, 2005
ellas solo quieren divertirse
domingo de invierno, a las cinco y media de la tarde. el camión esta cargado de cajones de verdura hasta el mismo cielo. todos marrones, húmedos y atados con pulpos elásticos de origen coreano. una especie de pirámide en honor al dios de la feria. esta frío pero, en el camión, hay ánimo de festejo. se termina una jornada de doce horas al aire libre, que empezó a eso de las cinco de la mañana. los hombres están con gorros de lana clavados hasta los párpados, camperas y bufandas. todos los puesteros trepados en la parte trasera del camión, con el lomo apoyado contra un costado de la pirámide. en el medio, dos niñitas. una de tres y otra de cuatro años. de rizos rubios. una tiene un saquito celeste y la otra, uno verde manzana. tienen las mejillas coloradas. disfrutan al máximo la expedición, rodeadas de veteranos curtidos por el trabajo y el esfuerzo diario. son como dos duendes de visita en aquella mole que cae, sin el freno de mano, por la calle tristan narvaja.
sábado, junio 18, 2005
elvis canta en el 329
es un vehículo amarillo. con los asientos perfumados, de color azul francia. recorre la ciudad desde los viñedos de melilla hasta las dunas de punta carretas. ahí siempre esta el pasaje moviendo el piecito, porque en ese servicio, siempre canta elvis. así de simple. algunas veces puede hacer una pausa, para descansar y dejar que otis redding lo sustituya por uno o dos temas. en el 329 van muchas mujeres y algunos jóvenes. todos parecen estar silenciosos y bañados por una fina capa de brillante almíbar. no existe guarda en el 329, solo el chofer eternamente enamorado. seguramente él, es quien lava el bus y lo perfuma con primor asiento por asiento. cuando uno se sube al 329 el tiempo atrasa levemente y para la lluvia. todos los corazones laten y sale un sol particular y diferente del que se siente en la calle. el 329 es suave hasta para frenar. deposita a cada mujer en su destino con la misma delicadeza de un carruaje que se inclina para que baje su señora.
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